Los segundos invitados a esta sección son Rise Against. La banda de Chicago publicará su nuevo disco, Nowhere Generation, la semana que viene, pero antes quisimos charlar con Tim McIltrath sobre sus primeros pasos dentro de la escena punk.
Cualquiera que haya tenido la oportunidad de tratar con Tim McIlrath te dirá que es un buen tipo. Pese a haber conseguido un gran éxito como cantante y guitarrista de Rise Against, siempre ha mantenido los pies en el suelo, y ha utilizado esa plataforma en favor de buenas causas, colaborando con organizaciones como PETA o Amnistía Internacional.
Vegano, straight edge, concienciado políticamente, Tim siempre ha intentado que sus canciones fueran algo más que simplemente melodías que uno pueda cantar, sino que, en la medida de lo posible, ayuden a cuestionarse lo establecido, como a él le ayudaron en su adolescencia.
Háblanos de Baxter, tu primera banda.
TIM MCILRATH «Baxter era mi banda del instituto. Tenía 15, 16 años. Todos estábamos aprendiendo a tocar todavía. Yo tocaba la guitarra. El batería era Neil Hennessy que ahora toca con The Lawrence Arms. Simplemente estábamos aprendiendo a tocar y a hacer canciones. Tocábamos en el sótano. Con el tiempo nos empezaron a llamar para hacer de teloneros de bandas como Good Riddance o Strife. También abrimos para Slapstick que era una banda de ska muy grande de Chicago. Básicamente éramos la banda local que solía abrir los conciertos cuando llegaban grupos de fuera del estado».
¿Tienes un buen recuerdo?
«Sí. Fue una época muy bonita. Fue una experiencia mágica. Todo era muy puro, inocente y primario. Puede que ahora toquemos en un gran festival en España, como el Download, y es una experiencia increíble, pero guardo un recuerdo igual de bueno de tocar en el sótano de mis padres para tres amigos. Para nosotros, aquello era como si estuviéramos tocando en un estadio (risas). No había público, pero es cuando nos enamoramos de la música. Para mí toda esa época es como mi luna de miel con la música. La recuerdo como una de las etapas más felices de mi vida. Ser un adolescente y poder tocar con tus amigos, y coger toda esa química y concentrarla en canciones era algo bestial. Es algo que me atrapó totalmente y que no he podido dejar. Por eso sigo haciendo música. Siempre intento perseguir ese mismo sentimiento».
«Mola ver que unos chicos literalmente salidos de un sótano han conseguido llegar donde estamos» TIM MCILRATH
Después de Baxter, tocaste en Arma Angelus, una banda de metalcore en la que coincidiste Pete Wentz, que después triunfaría con Fall Out Boy. ¿Cómo era Pete en esa época? ¿Apuntaba maneras?
«(Risas) En esa época todos los que estábamos en la escena hardcore, metal, veganos, nos conocíamos. Pete siempre fue un adelantado a su tiempo. Siempre sabía lo que iba a venir. Era mucho más listo que el resto de nosotros (risas). Lo divertido es que durante mucho tiempo Pete ni siquiera tocaba un instrumento, eso llegó después, pero era buenísimo en todo lo demás, las letras, la imagen, el nombre de la banda…. Tenía una visión muy clara de todo comparado con los demás. Siempre que estaba en una sala era el centro de atención. Si Pete entraba en tu grupo, inmediatamente hacía que el grupo fuera mejor. Ni siquiera necesitaba tocar bien el bajo, simplemente hacía que el grupo fuera mejor. Así que todo el mundo quería a Pete. Coincidí poco tiempo con él en la banda, pero nos lo pasamos muy bien. Pero los dos teníamos claro que ese grupo no era lo que de verdad queríamos. Los dos queríamos algo más grande».
¿Sigues en contacto con él?
«Sí. De hecho, ayer hablé con él (risas). Lo que ha conseguido es increíble. Mola ver que unos chicos literalmente salidos de un sótano han conseguido llegar donde estamos».
¿Cómo fue el primer concierto de Rise Against?
«El primer concierto de Rise Against fue en un sótano en Chicago. Ah, y flipa, ahora he recordado que los teloneros de ese concierto fue un grupo que se llamaba Patterson, donde tocaba Patrick (Stump) de Fall Out Boy. Como te decía, aquí nos conocíamos todos (risas)«.
¿Crees que te hubieras hecho vegano de no ser por el punk rock?
«Posiblemente no. Sin el punk y el hardcore seguramente ni me lo habría planteado. Cuando creces en una ciudad del Medio Oeste como Chicago, donde todo el mundo come carne, ni siquiera te planteas que eso esté mal. Fue yendo a los conciertos punk y hardcore dónde aprendí todo lo que había detrás de la industria cárnica, lo que ocurría en los mataderos, el sufrimiento animal, su impacto en el medioambiente… Pero lo más importante es que aprendí que NO tenías por qué comer carne. Me di cuenta de que era una elección personal y que había otras opciones».
Supongo que cuando se dice que la música puede cambiar vidas, se refiere justamente a eso.
«Sí, totalmente. Para mí fue la puerta de entrada a tener un pensamiento crítico. Me di cuenta que si algo tan básico, que daba por sentado, como comer carne, estaba mal, ¿qué más cosas que creía también lo estaban? Así que a través del punk aprendí sobre los derechos de los animales, ecologismo, explotación infantil, los indígenas… fue una gran educación para asuntos de los que no se hablaba en la escuela. Me encendió la bombilla. Vi que esta música tenía mucho poder y que yo quería formar parte de ella».
¿Cuál es tu camiseta de otra banda más querida que todavía conservas?
«Es una gran pregunta. Todavía tengo una de Metallica de la época Ride The Lightning, pero quizá a la que más cariño tengo es de una banda hardcore de Chicago que se llama Los Crudos. Cantaban en español, pero entre las canciones te explicaban cuál era su significado en inglés. Todavía tengo una camiseta suya de hace 20 años. Me recuerda a la cultura DIY de Chicago de esos años».