Youth Brigade fueron una de las bandas clave de la escena punk de Los Angeles a principios de los 80. Hablamos con su cantante y guitarrista Shaw Stern sobre ese mitificada época y los orígenes de su sello BYO Records.

Originarios de Canadá, a los hermanos Shawn, Adam y Mark Stern la incipiente y casi clandestina escena punk que se estaba formando en Los Angeles a finales de la década de los 70 les pilló en plena adolescencia. Inspirados por lo que vieron y escucharon decidieron dar un paso al frente y formar Youth Brigade en 1980. No sólo eso, se convirtieron en verdaderos activistas creando el sello Better Youth Organization al debemos la existencia de capítulos clásicos del punk americano como la edición de los primeros discos de 7 Seconds o SNFU o la gira junto a Social Distortion que quedó documentada en la imprescindible película Another State Of Mind. Por todo ello, Shawn Stern debe ser considerado una especie de filóntropo subterráneo y conciencia política del punk en el sur de california.

¿Cómo descubriste el punk?
SHAWN STERN «No mudamos a California desde Toronto cuando yo tenía 10 años, en 1970. Mis hermanos y yo éramos demasiado jóvenes como para formar parte de la escena contracultural y hippy de los 60, así que cuando empezamos a tomar contacto con la música y la política nos encontramos con que lo único que quedaba allí era ‘drogas, sexo y arena rock’. Nada de eso nos decía nada. Empecé a oír hablar sobre punk en 1977, sobre la escenas británicas y de Nueva York. Escuché ‘My Aim Is True’ de Elvis Costello en la radio y me encantó. Casi al mismo tiempo fue cuando Sex Pistols vinieron a Estados Unidos. Recuerdo haber leído un artículo realmente inspirador sobre ellos en el que decían que cualquiera puede tocar un instrumento, que no tienes que ser un genio ni una estrella del rock para escribir tu propia música, que era más importante lo que tuvieras que decir y cómo lo decías. Eso me inspiró».

¿Cómo era la escena punk de Los Angeles en los 80?
«Éramos muy jóvenes. Era curioso porque como lo normal era ser insultado por todos aquellos catetos con pelo largo, cuando encontrabas a alguien con aspecto de ser punk enseguida te convertías en un ‘aliado secreto’ dentro de una ‘sociedad secreta’. Tampoco existía la división ni los subgéneros que existen ahora. Era punk que todo se hacían sin dinero, ni discográficas, todo era tocar y hacer que tus ideas se escucharan. Eran los tiempos de Bags, Weirdos, X, Avengers, Screamers, las primeras Go-Go’s. Después la escena de L.A. explotó y fue cuando el punk llegó a los surfers y skaters. Había grandes bandas como Agression, Bad Religion, Social Distortion, MIA, TSOL. En aquella época estábamos muy influenciados por la primera oleada de bandas británicas: The Clash, Sham 69, Buzzcoks, Siouxie, Strangers, Pistols, X-Ray Spex…».

¿Qué concierto recuerdas especialmente de la primera etapa de Youth Brigade?
«Uno especialmente bueno fue con Minor Threat, 7 Seconds, Verbal Abuse y America’s Hardcore en el On Broadway de San Francisco. El nivel de energía no para de subir con cada grupo, fue muy intenso. Tengo muchos recuerdos en mi alcoholizado cerebro, pero sobre todo recuerdo con mucho cariño la primera gira europea en 1984 y la de Another State Of Mind en 1982».

¿Cómo surgió la idea de hacer esa gira con Social Distortion?
«Decidimos hacer la gira porque teníamos que promocionar el recopilatorio y además queríamos viajar. La intención de ese viaje era ver qué había ahí fuera, ver si podíamos llevar la música a otras ciudades, y ver si había ahí gente interesada en ella. Y por supuesto ver si éramos capaces de hacerlo en ese gigantesco autobús escolar».

¿Guardas un buen recuerdo?
«Por la parte positiva, los conciertos en Canadá estuvieron muy bien, conocimos a gente encantadora como SNFU. Nueva York fue interesante, todo fue bien hasta que Mike Ness de Social Distortion se emborrachó y empezó a pelearse con un ruso gigantesco, también tiró una botella y le rompió la rodilla a Vinnie Stigma de Agnostic Front. Entre los momentos duros estuvo el que el autobús se averió cuatro veces hasta que decidimos dejarlo por imposible en Dallas. El show en Washington DC estuvo muy bien y fue divertido pasar algún tiempo en la Dischord House… a pesar de que estaba hecha una porquería y todos ellos comían en el 7 Eleven que había al otro lado de la calle. Las conclusiones que sacamos es que hay gente que disfruta estando de gira y gente qu eno. Pero me fue una gran experiencia que me motivó a seguir con la banda y BYO. Siempre les digo a los grupos que deben ver la película cuando están empezando y si creen que pueden salir y sobrevivir a una gira como ésa, tal vez tengan la oportunidad de poder vivir de la música».

¿Cómo se te ocurrió crear el sello BYO?
«La idea de crear BYO surgió tras unos lamentables disturbios que ocurrieron en 1979. La policía apareció en un concierto y empezó a pegar a los punks. Por alguna razón esa noche no había salido, pero al día siguiente algunos amigos organizaron una rueda de prensa y fue entonces cuando empecé a pensar en cómo los medios veían la escena punk como ‘un montón de locos con imperdibles en las mejillas y pelos de colores que se dedican a cortarse las muñecas con cuchillas de afeitar, etc…’. Así que pensé que necesitábamos crear una organización con el fin de poder presentar los aspectos positivos del punk rock. BYO era solamente una idea, así que en 1980 conseguimos una gran casa que bautizamos como Skinhead Manor. Fue allí donde se formó Youth Brigade. Muchas bandas como Circles Jerks y No Crisis ensayaban allí también, había fiestas, vida social… Cuando eso se acabó empezamos a llevar durante unos cuantos meses un club que se llamaba Godzilla’s. Allí organizábamos conciertos a los que solían venir unas mil personas. Todo iba muy bien, pero la persona que llevaba las cuentas era un idiota y tuvimos que dejar el club. Entonces decimos organizar un gran concierto en el Hollywood Palladium al que acudieron 3.500 personas. Con el dinero que conseguimos entre este concierto y Godzilla’s compramos un viejo autobús escolar, empezamos el sello con el vinilo del recopilatorio Someone Got Their Head Kicked In, y organizamos la gira Another State Of Mind.

¿Cómo resumirías la filosofía del sello?
«BYO siempre ha defendido la autogestión: teníamos una banda y queríamos tocar; nos pusimos a organizar nuestros propios conciertos. Queríamos tener un disco; nos lo editábamos nosotros mismos. Nunca llegamos a pensar en nadie más, suponíamos que nadie más estaría interesado ya que no se trataba sólo de ganar dinero, y además queríamos hacerlo nosotros solos. El hecho de que hoy la gente considere clásicos algunos de esos discos, The Crew, Sound & Fury, o And No One Else To Play, simplemente demuestra que algo debimos hacer bien. Creo que conseguimos captar en los discos la energía que tenían esas bandas».

JOSE ANTONIO ALFONSO