Como si fuera la protagonista de una peli de instituto americano, Olivia Rodrigo se ha creado el personaje de guapa rebelde que despierta simpatía y provoca empatía. Y no solo entre las chicas de su edad, sino también en quienes podríamos ser su padre.
Reconozco que me siento un poco creepy, escuchando un álbum de una ex chica Disney que claramente va dirigido a otro target, pero es que la muchacha sabe escribir canciones con mucho gancho. Ya lo demostró con su debut Sour con el que pegó el pelotazo hace un par de años, y ahora lo certifica en un segundo disco que es una secuela en toda regla, tanto en su contenido como en la estética de su portada de tonalidad violeta. Su asociación con el productor y compositor Dan Nigro, ex líder de As Tall As Lions, también sigue inquebrantable.
De nuevo, el repertorio alterna temas guitarreros en los que canaliza con frescura a Veruca Salt, Elastica, Shampoo, Avril Lavigne o Paramore como ‘All-American Bitch’, con un final disonante muy Pixies, ‘Ballad Idea Right?’, ‘Ballad Of A Homeschooled girl’ o ‘Pretty Isn’t Pretty,’ con baladas íntimas más folkies que no desentonarían en el álbum de Boygenius como ‘Lacy’, ‘The Grudge’ o ‘Teenage Dream’. También hay momentos de puro pop como ‘Get Him Back!’, con un estribillo que remite al de ‘We Are Never Ever Getting Back Together’ de Taylor Swift, otro de sus referentes más directos, o ‘Pretty Isn’t Pretty’ con un toque más indie.
Aunque posiblemente la canción que condensa todas sus virtudes sea ‘Vampire’, candidata a ser el showstopper en cualquier musical. Empieza lenta con el piano, con un aire de melodrama que recuerda a ‘Driver’s License’, el gran hit de Sour, para poco a poco ir cogiendo velocidad con una melodía que se te va enroscando en el cuello. Como una mezcla entre ‘The Black Parade’ de My Chemical Romance y ‘Green Light’ de Lorde para la generación TikTok.
Todavía tiene que llegar el día en el que se descubra el elixir de la eterna juventud, pero, desde luego, escuchar Guts te quitará unos cuantos años de encima. Música que exuda espíritu juvenil, naturalidad, rabia, confusión, diversión y desparpajo, para disfrutar sin complejos.
JORDI MEYA
