Orthodox vuelven como trío original con la vuelta a la guitarra de Ricardo Jiménez para presentar Proceed, su octavo largo de estudio. Grabado y producido en los Estudios La Mina de Sevilla por Billy Anderson (Sleep, Melvins, Neurosis), el disco ve la luz a través del sello malagueño Alone Records.
Los seis temas de los que se compone Proceed nos devuelven a la esencia primigenia de la banda, pero dejando al margen su vertiente más limpia y cristalina, y amplificando su parte más agresiva y metálica. Y es que, la constante mutación a la que siempre se prestan Orthodox no va a ser menos en este álbum.
Empieza ‘Past Seers’ contundente y poderosa. Medio tiempos y redobles aparentemente sincopados a lo free jazz, donde el maestro Borja Díaz no tiene parangón. La psicodelia vendrá fuertemente marcada con melodías del folclore andaluz, hasta la explosión final de tan perfecta mezcla de estilos marca de la casa.
‘Abendrot’ parece una marcha de procesión hacia la angustia y opresión. Densidad y saturación en el tema más corto de Proceed. En ‘Rabid God’, gruesos graves destacan. Agresividad y músculo para el tercer corte. Áspero en la producción, pero fresco en la composición, la voz de Marco Serrato parece lejana y radiofónica, dándole la misma importancia a todos los elementos sonoros, acentuando el poderío de la sección rítmica. De golpe me viene a la mente Houdini de Melvins, pero dopado de fuzz.
‘Starve’ sigue por el mismo camino que las anteriores. Aquí, como en el resto de las otras canciones, no encontramos pasajes cristalinos ni progresivos, pues la distorsión y saturación es constante. No es hasta la quinta ‘The Son, The Sword, The Bread’ donde la cosa empieza a tornarse verdaderamente experimental. Las cuerdas crujen, se tensan y destensan, no hay ningún orden aparentemente construido, y aires experimentales andaluces asoman de nuevo. Ahora es el Omega de Morente y Lagartija Nick lo que me ronda en la cabeza hasta el desatar de sus poderosos riffs.
Proceed finaliza con ‘The Long Defeat’, que arranca enérgicamente y con groove. Se convierte por derecho propio en el tema con más pegada y ritmo del disco hasta el derrumbe final, donde la calma llega tras la tormenta.
En esta obra no encontraremos pasajes sonoros de pianos, violines ni trompetas. La psicodelia y el jazz están presentes en la composición y estructura de los temas, especialmente en la percusión, aunque ejercitada en el sludge. La experimentación y lo intrincado aquí va marcado por los tiempos y las sonoridades distorsionadas, jugando con el noise o incluso el shoegaze y rock alternativo de los 90.
A priori, a bote pronto, Proceed puede parecer lineal y repetitivo, que viniendo de Orthodox y a lo acostumbrados que nos tienen a su eclecticismo, puede comportar el detalle más significativo, pero escucha tras escucha vamos apreciando distintas capas y melodías que, aun estando perfectamente ensambladas, harán que descubramos una nueva dimensión una y otra vez.
Mención especial para el gran trabajo realizado por Fernando Rivas en la portada y el artwork en general.
SANTA