La casualidad ha hecho que los nuevos álbumes de dos bandas que han marcado las pautas de lo que el mundo ha conocido como thrash metal, Overkill y Metallica, fuesen editados el mismo día.
Nada menos que más de cuatro décadas los contemplan, y aunque ambas bandas han tenido unas carreras solidas y sin interrupciones, ya sabemos cómo la fama y fortuna ha tratado a una banda y otra. Esos son los misterios de la música. Y no es que queramos decir que Overkill merezcan el lugar que ocupa Metallica, pero sí que deberían tener un estatus mayor del que ostentan actualmente. Scorched es nada menos que su vigésimo álbum, y no hay síntomas de que los de New York vayan a desfallecer.
Nadie como Overkill sabe moverse entre esa fina línea que separa el thrash y el power americano, y aunque en sus últimos años no se hayan salido lo más mínimo de esa fórmula y sus discos suenen demasiado parecidos -ellos mismos se autoproducen- es muy complicado encontrar fisuras en ellos. Scorched, como suponéis, sigue esa línea establecida, pero probablemente nos encontramos con sus mejores temas en los dos últimos lustros.
La banda suena con vigor y energía, y los dos mandamases, Bobby ‘Blitz’ Ellsworth, con una voz cada vez más destripada, y D.D. Verni y su omnipresente bajo, nos han entregado diez composiciones que siguen validando a Overkill como una de las bandas más en formas de los 80. Que todavía sean capaces de poner la maquinaria a todo trapo en temas como la propia ‘Scorched’ o ‘Harder They Fall’, que sea imposible resistirse al headbanging como pasa en ‘The Surgeon’, el tema perfecto para explicar lo que son Overkill, o ‘Wicked Place’, lo dice todo sobre ellos.
Aunque las cosas ya nunca vayan a cambiar en el universo Overkill en lo que les pueda quedar de carrera (no olvidemos que ya han visto llegar los 60), poder disfrutar de su honestidad y creencia en lo que hacen, sigue siendo todo un privilegio en un mundo del metal cada vez más falto de emoción y autenticidad.
RICHARD ROYUELA