Si muchos dábamos por sentado que Ordinary Man sería el testamento musical de Ozzy Osbourne, teniendo en cuenta su precario estado físico, la aparición de su decimotercer álbum solo dos años después puede calificarse casi como un milagro.
Pandemia aparte, a nadie se les escapa que la salud del legendario cantante ha sido el principal impedimento para que pudiera realizar su gira de despedida, ahora ya aplazada indefinidamente. A su habitual sordera, el Parkinson, y una movilidad limitada, hay que añadir la recuperación de dos intervenciones quirúrgicas a las que se sometió el año pasado. Por eso que, a pesar de todos esos obstáculos, Ozzy encontrara las fuerzas para volver a reunirse con el productor prodigio Andrew Watt y grabar un nuevo álbum es simplemente admirable.
El enfoque de Patient Numer 9 es muy parecido al de su predecesor, con Watt participando activamente en la composición actualizando elementos identificativos de toda su carrera e invitando a músicos de primera para arropar su inimitable voz. Ignoro a cuántos trucos de estudio habrá tenido que recurrir, o cuantas tomas habrán tenido que repetir, pero lo cierto es que el productor ha conseguido que Ozzy llegue a nuestros oídos como si estuviese casi en plena forma.
La lista de invitados es simplemente espectacular, empezando por tres dioses de la guitarra (Eric Clapton, Jeff Beck y Tony Iommi; solo falta Jimmy Page para completar el póker), siguiendo con el reencuentro con queridos discípulos como Robert Trujillo y Zakk Wylde, y terminando con las baterías de Chad Smith y el malogrado Taylor Hawkins. Con un equipo así es difícil no ganar.
De todas las colaboraciones quizá la más significativa sea la de Iommi, ya que es la primera vez que participa en un disco en solitario de Osbourne. Su mano se nota en los dos temas que participa: la épica ‘No Escape From Now’ con una cabalgada muy Sabbath en su parte central, y ‘Degradation Rules’ con un riff imponente y esa armónica que recuerda a ‘The Wizard’. También resulta realmente curioso escuchar esos licks característicos de Clapton en la balada ‘One Of Those Days. Será un cretino, pero sigue tocando de narices.
Como conjunto sigue la fórmula de alternar cortes más cañeros (‘Parasite’, ‘Evil Shuffle’ en los que Wylde se desquita) con medios tiempos y baladas (‘Nothing Feels Right’, ‘God Only Knows’), aunque quizá abusa un poco de estos dos últimos registros, ya que por estructura y melodías acaban resultando un poco reiterativas. La principal novedad lo aporta ese toque más cercano al Ozzy ochentero en ‘Immortal’, en la que participa Mike McCready de Pearl Jam, y en la AORera ‘Dead And Gone’.
Con Patient Numer 9 he tenido una sensación muy parecida a cuando escuché Ozzmosis en 1995. Aquel disco llegó tras su resurgir comercial y artístico con No More Tears cuatro años antes, y este lo hace después de esa enésima resurrección con Ordinary Man, compartiendo ambos cierto aire de secuela, algo que les resta el factor sorpresa, pero no empaña una calidad indiscutible. Si sigue aguantado el tipo así de bien, por mí que no pare.
JORDI MEYA