Si algo me gusta de escuchar los discos de debut es que dan la posibilidad de descubrir todas las ideas que un grupo ha ido acumulando sus años de aprendizaje. A veces sorprenden por su madurez, en otros ves claramente que hay cosas que pulir, pero, por lo general suelen ser una declaración de intenciones bastante fiel de hacia dónde quieren ir. Ya sabemos lo difícil que resulta ser original, y por desgracia, muchos se limitan a copiar lo que funciona en ese momento, pero de vez en cuando una banda te sorprende por la combinación de elementos ya conocidos. Es el caso de este cuarteto de Melbourne, cuyo sonido es complicado de etiquetar, como si Marmozets y Kvelertak hubieran copulado en un ritual satánico al que nos invita a acudir la oscura intro ‘Il Malocchio Si Apre’.
Como imaginas, sus fuentes de inspiración abarcan un amplio espectro y la labor de la vocalista Nikki Brumman, alternando chillidos con algún registro casi gutural, les da un toque diferencial. En temas como ‘Silver’ y ‘Fluorescent Snakes’ nos presentan riffs rockeros de cinco quilates, en otros como ‘Imitate Me’ son capaces de empezar con un ritmo disco para luego pasar al black metal, mientras que ‘Year Of The Dog’ viene propulsado por una línea de bajo bailable e introduce un sintetizador en el estribillo como apoyo.
Quizá la canción estrella sea ‘Death Before Disco’, pero estos australianos mantienen el nivel a lo largo de todo el álbum sin dar respiro.
JORDI MEYA