Verano de 1993. Nadie no lo sabía, pero cinco chavales ingleses estaban grabando en un estudio de Surrey uno de los álbumes más influyentes de todos los tiempos del metal.
Paradise Lost eran conocidos por haber lanzado dos discos de death doom imprescindibles, Lost Paradise y Gothic, y en el tercero Shades Of God, dieron señales de querer dar un golpe de volante que no acabó de dar la vuelta completa al eje.
Pero con el cuarto llegaría el golpe definitivo, creando un sonido tan identificable que provocaría que el nombre de Paradise Lost pasara a ser una cita inevitable en cualquier grupo de goth metal; si bien es cierto que en épocas posteriores aún sorprenderían con cambios incluso más radicales. Aunque debo confesar que yo soy más de su sublime siguiente obra, Draconian Times, reconozco que es en Icon donde se cimentó su influencia para incontables músicos y proyectos posteriores.
¿Y qué mejor manera que celebrar el 30 aniversario del disco que revisitándolo y volviéndolo a grabar? Motivos no les faltan, a la indiscutible calidad de las composiciones que alberga hay que sumarle una de menos romántica: nunca tuvieron los derechos del álbum y su arte debido a disputas con el sello discográfico. Así que además de regrabar han modificado el concepto artístico del plástico.
Icon 30 contiene todo aquello que elevó al siguiente nivel a los de Halifax. Dibujos de guitarra zigzagueantes y tan identificables de Greg Mackintosh, unas líneas vocales de Nick Holmes limpias de guturales, con un estilo evocador al James Hetfield de aquella época, y elementos de rock gótico de los 80’s, especialmente de Sisters Of Mercy.
Esta revisión conserva el magnetismo del original, pero suma un sonido moderno y algunos retoques técnicos para actualizar las composiciones. Desde la emblemática ‘Embers Fire’ transmiten cohesión y contundencia. Sé que puede sonar a perogrullada teniendo en cuenta que hablamos de temas que han interpretado en directo, en mayor o menor, medida durante 30 años, pero han respetado al máximo el espíritu primigenio.
Holmes, si cabe, mejora su interpretación las guitarras de Mackintosh y Aedy Aaron suenan absolutamente brutales, y la base rítmica es apabullante con Steve Edmonson al bajo y el joven batería Zima Montanarini -el único miembro que no grabó Icon– le añade dinamismo.
‘Embers Fire’, ‘Dying Freedom’, ‘Widow’ o ‘True Belief’… De hecho, da igual. Estamos ante un discazo, en 1993 y en 2023. Sus joyas son incontables. Me ha resultado sobresaliente ‘Weeping Words’ sonando moderna y mucho más poderosa que la original, que ya era un cañón, con esos giros y esa demostración de colocar riffs y punteos progresivamente, variados y con sentido.
Lo mejor que ha hecho Paradise Lost en este Icon 30 es respetarse a sí mismos. Supongo que la tentación de tocar más de la cuenta estuvo ahí y no lo han hecho. Han sido fieles a ellos y a su legado.
JOAN CALDERON