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PIANOS BECOME THE TEETH – ‘Drift’

Uno de esos álbumes que aspiran a crear una atmósfera en el sitio donde suenan.

De manera progresiva, pero constante, Pianos Become The Teeth se han ido alejando de ese emo más ruidoso de sus inicios que los situó como compañeros de viaje de Touché Amoré o La Dispute. Drift es un paso más en esa dirección que no parece tener retorno.

El quinteto de Baltimore parece sentirse cada vez más cómodo trabajando en registros más calmados y tranquilos y su quinto trabajo es el reflejo de esa vocación de llevar al oyente a una especie de estado meditativo. De hecho, en el primer tema diversas voces van repitiendo «Lay down and wait» como si tratara de un mantra para alcanzar el nirvana. Y si bien en el siguiente tema, ‘Genevieve’, suben las pulsaciones y las guitarras adquieren algo de distorsión, es una de las pocas excepciones en las que el grupo sale del guion marcado.

Es una pena porque como demuestran en ‘Hate Chase’, la otra canción ‘rockera’ del disco, o en la parte final de ‘Buckley’, les salen realmente bien. Pero más que con que te quedes con una canción o una melodía en concreto, Drift es uno de esos álbumes que aspiran a crear una atmósfera en el sitio donde suenan, a envolverte en un sonido más que epatarte con él.

Para ello los guitarristas Mike York y Chad McDonald se nutren de un surtido de reverbs y delays para modular sus arpegios, el batería David Haik da una auténtica clase de cómo hacer ritmos interesantes de una manera sutil, utilizan algunos arreglos de cuerda como en la preciosa ‘Pair’, pequeños efectos para dar carácter a los instrumentos, y, por supuesto, la sedosa voz de Kyle Durfey, otro cantante más de la escena emo americana que tiene a Morrissey en un altar, flota como una capa más. Lo juntas todo y el resultado es realmente bonito.

No deja de tener su gracia que lo hayan conseguido de la mano del productor Kevin Bernsten, con quien grabaron sus dos primeros discos, y que está acostumbrado a trabajar con bestias pardas como Integrity o Pig Destroyer.

JORDI MEYA