El cerebro humano es algo insólito que nunca alcanzaremos a comprender del todo. Ni cómo funciona, ni cuánto es capaz de abarcar, ni cómo es posible que lleve a peña a votar a Ciudadanos.

Si te pones bajito Head Cage, el primer trabajo de Pig Destroyer en seis años, te va a parecer una mierda. Así de claro te lo digo. Endeble, flácido, poco agresivo. Ahora bien, si prestas atención al CD, hay una leyenda muy clara y en mayúsculas que parece advertir sobre ello: “PLAY AT MAXIMUM VOLUME”. OK, oído cocina… Y joder, la percepción cambia, aunque tampoco nos engañemos…

Que un álbum gane enteros en función de la chicharra que le des en casa es un acierto del productor, y no tanto de la banda, pues algo anómalo sigue ocurriendo en ciertas composiciones de este grupazo. Así pues, un abrazo y un besi, Will Putney, porque tu mezcla y master vuelven a ser una gozada, pero JR Hayes y compañía, ¿qué carajo ha pasado esta vez?

Tras el infausto ejercicio de sadismo que significó Book Burner, la verdad es que no esperaba un trabajo tan bailongo, al menos en su primer tramo. Eso sí, llegados a ‘The Torture Fields’, los de Washington cogen carrerilla y empiezan a despedazar oídos con suma facilidad. La tremenda ‘Terminal Itch’, la asfixiante ‘Concrete Beast’, el hardcore paquidérmico y letal de ‘The Adventures Of Jason And JR’, el castañote de ‘Mt. Skull’…

Igualmente, esperaba más de estos búfalos, y en varias ocasiones se nota demasiado que tienen a un Misery Index en sus filas. Ojito a las colabos.

PAU NAVARRA