Un disco de stoner doom poco puede sorprender a estas alturas, pero Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs han conseguido construir sobre la influencia de Black Sabbath, omnipresentes si hablamos del género, un muro sónico inquebrantable y difícilmente erosionable.
Una evolución adecuada, de sus primeros discos más lo-fi, i más alambicados, a un sonido visceral a un volumen obsceno que no puedes atravesar aunque te armes con un martillo neumático, cultivando una querencia por la inmediatez encomiable.
Densos y contundentes, el quinteto de Newcastle construye su particular visión musical con temas cortos -excepto dos temas, la mayoría se mueven entre los 4 y 5 minutos- y directos a la yugular como ‘Ultimate Hammer’ y ‘Big Rig’ que son herederas directas de los Sabbath más animosos de ‘Children Of The Grave’. Sin olvidar la vertiente casi psicodélica de ‘Terrors Pillow’ con algún giro vocal que recuerda a los primeros Mastodon -aquellos menos entretenidos en progresiones imposibles y más preocupados por las piezas directas-.
Como estamos hablando de stoner doom, tampoco se dejan en el tintero los aires esotéricos y litúrgicos como en ‘The Weatherman’, que debo reconocer que una vez atravesado el ecuador del disco, resulta un pequeño descanso tras el alud de decibelios despliegan en la primera mitad de Land of Sleeper. Pero no te engañes, a partir de medio tema la cosa se torna casi post metalera facción Iglesia de Ra -de los belgas Amenra-.
Tras la pequeña ceremonia, ‘Mr Medicine’ retoma la senda más rockera y directa, seguida de una ‘Pipe Down’ muy cercana a ‘Electric Funeral’ de Iommi y los suyos. Para acabar, la dupla ‘Atlas Stone’ y ‘Ball Lightning’ de notas repetitivas de piano y desarrollo más lento y cierto aroma leve a KGLW, te acabarán de dejar con poco aliento.
Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs Pigs han conseguido el punto justo entre los desarrollos más doomies y la inmediatez stoner. Eso sí, manteniendo el poso del Alpha y Omega del estilo, aunque haciéndolo más accesible, sin perder un ápice de potencia y densidad. Land Of Sleeper puede acabar de catapultarlos en la escena e incluso romper las fronteras de un género ensimismado.
JOAN CALDERÓN
