«Su potencial apunta a que esto es sólo es el principio», escribía nuestro colaborador Alejandro Teiba en la crítica que hizo de Fuerza 3, el debut de Pinpilinpussies. Escuchando Hipocondría, hay que darle toda la razón.
En apenas dos años, Raquel y Ane han perfeccionado todo lo que ofrecieron entonces sacando el máximo rendimiento a sus capacidades. La cosa tiene más mérito si tenemos en cuenta que el ciclo de su primer disco se vio totalmente capado por la pandemia. Nadie lo diría. La energía y química que desprenden estas 13 canciones parecen el resultado de haber estado girando a saco.
Su música sigue asentada en los pilares que se plantaron durante la revolución alternativa de los 90, pero para nada estamos ante un trabajo nostálgico, sino que se sirve de las mismas herramientas para hablar desde el presente y con una perspectiva indudablemente femenina.
Alternando las voces principales, el inglés y el euskera, partes gritadas con otras más melódicas, y guitarras a tope de distorsión con otras más limpias, Pilinpussies consiguen mantenerte pillado de principio a fin. El nivel de las canciones es altísimo, tanto por su inmediatez como por su pegada. Ya sea en registros más pop como en ‘John Berger’ con ese estribillo a lo Liz Phair, sacando su lado más punk en ‘Erre’, tirando hacia el grunge en ‘Ana Virn’ o ‘Bellaco’ o el emo en ‘Gales’, la pareja sale victoriosa en cada envite.
Hipocondría es todo lo que se supone que tiene que ser un gran segundo disco, y un poquito más. Como les dé por girar junto a Bala, pueden saltar chispas.
JORDI MEYA
