Cargar con una mochila tan pesada como la de tu propia leyenda no es tarea fácil. Pero tras dos discos que dejaron bastante fríos a sus seguidores –Indie Cindy en 2014 y el algo superior Head Carrier en 2016- por fin Pixies han grabado un álbum en el que la banda vuelve a sonar viva.
Creo no equivocarme si digo que la principal responsable de ello es la integración definitiva de Paz Lenchantin como una miembro de pleno derecho en lugar de una mera sustituta de Kim Deal. Sus aportaciones, tanto con el bajo como vocales como compositivas, le dan un plus a las canciones de Black Francis y un toque de frescura a unos músicos que pasan de los 50.
En Beneath The Eyrie escuchamos ecos de su pasado -ésos que tanto inspiraron a Kurt Cobain o Rivers Cuomo, por citar dos de sus alumnos más aventajados-, pero lejos de ser una rémora o sonar como un refrito la punzante ‘On Graveyard Hill’, las melódicas ‘Catfish Kate’ y ‘Long Rider’, la surfera ‘St. Nazarie’ o la folkie ‘Death Horizon’ te recuerdan por qué te enamoraste de ellos en su momento.
El álbum presenta además temas menos directos como ‘This Is My Fate’ con ese toque de cabaret gótico a lo Tom Waits, la oscura ‘Bird Of Prey’, con Francis emulando a Nick Cave, o las oníricas ‘Los Surfers Muertos’ y ‘Daniel Boone’ que le añaden otra dimensión.
Está claro que Beneath The Eyrie no hará sombra a los míticos discos de su primera etapa, pero al menos tampoco suena acomplejado por ellos, y por primera vez desde su vuelta, tengo ganas de escuchar sus nuevos temas en directo. No se me ocurre mejor elogio.
JORDI MEYA