Igual que las clásicas pegatinas que advierten del contenido explícito de algunas canciones, hay discos que también deberían avisar sobre lo peligroso que puede resultar acercarse a ellos si te encuentras especialmente sensible. Un Espinar de .polar debería ser uno de ellos.
Aunque la primera referencia de estos jóvenes madrileños date de 2018 y cuenten con un par de singles y EPs, a buen seguro que este álbum será la primera toma de contacto con su música para la mayoría. Que además signifique su salto al castellano y venga respaldado por una disquera que siempre suele acertar en lo que se refiere a fichar nuevos talentos como The Braves Records, ayuda a pensar que la banda está apostando muy fuerte en esta ocasión.
No puede ser menos tratándose de un trabajo con un carga emocional tan enorme como ante el que nos enfrentamos. Inspirado en la perdida de la madre de su cantante y guitarra Alberto Martínez y su posterior duelo, Un Espinar es un álbum duro de escuchar. No precisamente por su sonido cercano al emo-core más crudo y sin adulterar (del que Borja Pérez tiene buena parte de culpa al haberlo registrado en Cal Pau), sino porque sus letras suenan tan reales que duelen.
Si te sientes confundido nada más pulsar el play al verte sobrepasado por la entrada en tromba de ‘Bóreas’, sin intros ni avisos previos, no te preocupes. Es normal. .polar nos reciben con un puñetazo directo al estómago y al corazón, pues así es como se siente uno cuando de repente le arrebatan lo que más quiere en la vida. Entre todo ese caos, la aguda voz de Alberto lucha por abrirse camino. Ese contraste entre lo frágil y lo caótico es sobre el que se sustenta buena parte del álbum.
Tras la primera sacudida, el grupo comienza a asentarse todavía aturdido, intentando encontrar respuestas en mitad de una batalla imposible de ganar contra el desánimo. Hay tramos que ponen el bello de punta, como el canto a capella de ‘Tragaluz’ que precede a un recta final en la que vuelven a impactar con toda su fuerza, o las guitarras de ‘Desaparecer’ que pueden recordar por momentos a los mismísimos Thrice.
‘Desolvidar’ concede una pequeña tregua, a pesar de que su cadencia íntima y teclados envolventes no dejan de esconder cierta amargura. Lo mismo que ‘Elipses’, una pieza acústica que continúa tocando la fibra sensible con una línea tan demoledora como “hay algo de cierto en todas las veces que he dicho adiós”. Una frase que puede aplicarse a la propia experiencia de cada cual, pero que entendiendo el contexto en el que estamos hace que a uno le empiecen a asomar las lagrimas.
En el segundo tramo, la formación endurece todavía más su discurso, rodeando de espinas ese hogar destrozado al que alude el costumbrismo de ‘Un Refugio’ o los fraseados a lo Viva Belgrado de ‘Herida’. Es precisamente en la despedida de ‘El Cielo Siempre Cambia (Incluso Aunque Tú No)’ cuando atisbamos cierto halo de esperanza en esa lucha constante entre seguir adelante en busca de la felicidad o dejar atrás el recuerdo de un ser querido. El evocador cierre instrumental pone algo de armonía y paz en un álbum no recomendable para corazones heridos.
Si echabas de menos la tristeza en el emo, .polar la han traído de vuelta en su forma más pura y auténtica. Quizás no sea un disco que vayas a querer tener en rotación constante durante semanas, pero desde la primera vez que lo escuches resultará difícil que lo olvides.
GONZALO PUEBLA
BONUS TRACK CON… .polar
Un Espinar es vuestro tercer trabajo pero todavía sois una banda muy joven. ¿Cómo valoráis lo que han sido estos primeros años de vida de .polar?
ALBERTO MARTÍNEZ “En realidad consideramos que este es verdaderamente nuestro debut. El primer disco, Remembering A Dreamless Night, eran las canciones que llevaba escribiendo desde los dieciséis años. Lo grabamos en casa de Quique, el guitarrista que teníamos en aquel entonces, con un ProTools. Fue un esfuerzo tremendo porque no teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo (risas). Luego sacamos un EP, A Lighthouse That Wants To Be, con la intención de mantener la banda a flote porque habíamos tenido muchos cambios. Álvaro (Morote, batería -ndr.) y yo seguíamos desde 2017, pero se nos habían marchado un montón de guitarristas y bajistas por el camino. Nos propusimos grabarlo como un objetivo o si no dejaríamos el grupo. Y entonces nos pilló la pandemia. Dani (Martín, guitarra -ndr.) entró justo en febrero de 2020 después de un ensayo. Yo estuve a punto de abandonar. Había pasado por una ruptura muy jodida, de hecho el EP trata sobre eso. Como banda no arrancábamos. Apenas habíamos podido dar conciertos y se nos marchaban miembros continuamente”.
ÁLVARO MOROTE “Es muy complicado encontrar a gente con la misma mentalidad que tú. Además, nunca hemos sido conformistas. Siempre hemos sido exigentes. No nos valía el ir al ensayar por el mero hecho de pasar el rato, sino para tocar mejor y hacer cosas nuevas”.
ALBERTO “Sí que pienso que en A Lighthouse… dejamos de ser el grupo dónde era yo el que traía las canciones. Ahí aportaba ideas, pero empecé a fiarme más de los demás y comenzamos a hacer de verdad lo que queríamos. Hubo mucho de ensayo y error, pero resultaba todo menos encorsetado. Aún así me da pena porque teníamos todas las herramientas, pero luego la ejecución en el estudio no fue la mejor”.
DANI MARTÍN “De todos modos, los temas están guays y les tenemos mucho cariño. A Lighthouse… fue fundamental para llegar a dónde estamos ahora. Dedicamos más tiempo a saber como queríamos sonar y buscar la personalidad de cada uno dentro del grupo”.
El salto más significativo que dais en Un Espinar es el cambio al castellano. Siempre que se realiza esta transición, los grupos suelen argumentar que lo hacen para poder expresarse con mayor claridad. ¿En vuestro caso ha sido por el mismo motivo o hay algo más?
ALBERTO “Creo que dejar de esconderme en el inglés fue una parte importante en mi crecimiento como escritor. Aunque todo el mundo hoy en día lo suele entender, si cantas en inglés estás colocando una barrera muy grande. Me escudaba mucho en eso, aparte que no solía escuchar música en castellano hasta hace relativamente poco. Estaba muy centrado en Thrice, Radiohead… todo el emo y hardcore americano me flipaba. No empecé a conocer la escena de España hasta que aparecieron Viva Belgrado, Catorce, Boneflower… Eso me dio un poco de orgullo. Si ellos podían, ¿por qué yo no? Si quería hacer un disco como este tenía que ser en castellano. Era la única forma de sacar lo que tenía dentro”.
Las letras del álbum vienen marcadas por el fallecimiento de tu madre. Hay algunas realmente duras de escuchar y leer. A lo largo del disco hay una sensación de culpabilidad enorme. ¿Para ti escribirlas ha sido algo difícil o te ha resultado incluso terapéutico?
ALBERTO “Para mí escribir siempre es catártico. La letra del último tema, ‘El Cielo Cambia Siempre (Aunque Tú No)’, la escribí diez minutos antes de entrar a grabarla porque había ciertas cosas que tenía atascadas. Hay un tema que está en todo el álbum que son las despedidas. Tú nunca sabes cuando le vas a decir adiós a una persona. Y a mi eso me tenía muy jodido. Cuando escribía de cosas menos trascendentales, las letras me dolían igual. Hubo un momento en el que tenía dos opciones; o escribir un disco que no tuviera que ver con nada y esconderme, o hacer lo que hemos acabado haciendo. No sé hacerlo de otra forma. Puede que a otra gente le resulte demasiado emocional, pero esto es lo que siempre ha sido para mi la música”.
¿Te costó mucho volver a componer?
ALBERTO “Lo primero que escribí fue ‘Tragaluz’. Hay canciones que nos tiramos meses ensayando, pero esa la grabamos tal cual salió a la primera. Empecé a escribirla cuando mi madre ya estaba mal, pero no tenía la letra. Tenía la parte que dice “muerdesombra/tragaluz”, pero no sabía que significaba. Luego pasé mi duelo. He tenido la suerte de contar con el apoyo de mi grupo, mis amigos, mi familia…”
‘El Cielo Cambia Siempre (Incluso Aunque Tú No)’ es la canción más clara y abierta de todas. En el fondo, parece como si intentases dejar atrás todo el dolor en busca de ser feliz pero al mismo tiempo también te estás negando a serlo para no olvidar a tu madre.
ALBERTO “Es una de las cosas contra las que más he luchado. Hay momentos en los que estás con tus amigos, pasándotelo bien y, de repente, te sientes culpable porque hay un hueco dentro de ti que no puedes llenar. Yo peleo con esa sensación casi todos los días de mi vida porque echo de menos a mi madre. Hay un parte positiva que es el hecho de recordarla, hablar de ella… No tengo problema con ello. Pero siempre hay un resorte en mi cabeza de que algo va a ir mal. Como te decía antes, grabamos toda la parte instrumental de ‘El Cielo…’ y tenía claro lo que quería contar, pero no podía escribirlo. Cuando por fin tuve la letra y grabé la primera toma, Borja me habló desde la otra sala y escuché a los demás llorando. Pero incluso en una canción como esa, que es muy amarga, el final es muy positivo. Todo el disco está centrado en mí, mis sentimientos…, pero en ‘El Cielo…’ estamos los cuatro y todos tenemos un lugar para brillar”.
En consonancia con las letras, la producción también es muy cruda. No tiene muchos adornos. Incluso ‘Elipses’, siendo un tema acústico, no está para nada endulzado.
DANI “Queríamos que el álbum sonase a lo que somos y ser capaces de reproducirlo en el escenario. No pretendíamos grabar un montón de capas diferentes y conseguir sonidos que a la hora de la verdad no vamos a poder recrear”.
ALBERTO “Es que el disco es así. Las letras son crudas, el sentimiento es muy en tu cara… No tenía sentido sobre producirlo. De hecho, ‘Elipses’ la grabamos en directo. Tuve que repetirla unas tres veces. La primera la paré a la mitad porque me equivoqué o no me estaba gustando, pero luego las dos siguientes las hice del tirón. Borja me preguntó si quería volver a hacerla y le dije que no era capaz. Todos acabamos llorando abrazados”.
ÁLVARO “Lloramos más en esa semana y media que grabamos el disco que en toda nuestra vida (risas)”.
Precisamente, ¿cómo fue grabar con Borja Pérez en Cal Pau?
ÁLVARO “Es como estar de vacaciones con tus mejores amigos haciendo todo el rato lo que más te gusta. Sí que es verdad que en algún momento pudo llegar a ser muy intenso porque eran jornadas muy largas de curro, pero nosotros no lo veíamos con tal. Estábamos allí pasándonoslo como enanos”.
DANI “Nos levantábamos pronto y desayunábamos vino. Una vez pedí un café y me miraron mal (risas). Allí lo tienen prohibido”.
ALBERTO “Lo bonito de Borja es que fue uno más. Se subió al barco desde el primer minuto. Él también estaba pasando por una época chunga a nivel personal y conectó muy rápido con nosotros. Siempre había trabajado con Santi García y estaba en un momento de empezar a hacer las cosas por su cuenta. Tiene un talento flipante”.
ÁLVARO “Tuvimos muy buen rollo con él. Buena parte del disco es culpa suya”.
Cuando la gente piensa en emo, rápidamente lo asocia a grupos como My Chemical Romance o Fall Out Boy, cuando a mí siempre me ha parecido que transmiten una tristeza muy impostada. En cambio vuestra música creo que sí representa de una forma más auténtica lo que debería ser el género. ¿Creéis que la mayoría del público tiene una concepción errónea o desvirtuada de lo que realmente es el estilo?
ALBERTO “Es verdad que el emo siempre ha tenido una connotación negativa e incluso muchos grupos huyeron de ello. A mí My Chemical Romance me encantan porque es mi adolescencia, pero la música de .polar nunca se va a parecer en nada a ese rollo sobre producido y brillante que está más cerca del pop. Nosotros tiramos más por el lado de Viva Belgrado, Catorce… El post hardcore más abrasivo”.
DANI “El cambio que hemos dado en Un Espinar no es buscado. Se ha ido construyendo en el local con lo que iba saliendo. La llegado de Carlos (Hendricks, bajista – ndr.) nos ha ayudado a tener un empaque muy diferente al que teníamos hasta ahora”.
ALBERTO “Hemos podido diseñar mejor lo que queríamos hacer. Nunca habíamos tenido tiempo para saber como contar las cosas en un disco, jugar con las intensidades… Por ejemplo, queríamos una canción acústica, cosa que no habíamos hecho antes. Y ahí apareció ‘Elipses’. En ella canto “hay algo de cierto en todas las veces que he dicho adiós”. En ese momento no estaba pensando solo en mi madre. Siempre hay una última vez que te despides de alguien, como pueda ser un amigo al que no vuelves a ver, o una pareja de la que te has acabado separando. A todos nos ha pasado. La música sirve para crear ese tipo de conexiones”.
GONZALO PUEBLA