Después de más de una década de carrera, en la que han pasado de ser un fenómeno viral a convertirse en una de las bandas instrumentales más admiradas del mundo, Polyphia han decidido agitar su sonido en su cuarto disco. Y es que para cuando para un grupo la técnica es un fin en sí mismo, el resultado suele ser, a menudo, impactante en un primer momento, pero rápidamente aburrido.
Los diez dedos de Tim Henson y Scott LePage siguen haciendo auténticas virguerías en los mástiles de sus guitarras, y sus compañeros, el bajista Clay Gober y el batería Clay Aeschliman, no se quedan muy atrás, pero en esta docena de nuevas canciones los texanos han incorporado influencias de todo tipo de estilos, desde el pop, al trap, al hip hop, y han contado con varios colaboradores para sazonar con otros sabores sus bases instrumentales. Con ello han conseguido, no solo firmar su disco más variado, sino también el más divertido.
El buen rollo se palpa de inmediato con el funk inicial de ‘Genesis’, en la que una sección de vientos cortesía del dúo de productores Brasstracks, añaden calidez y jovialidad, a los licks de Henson y LePage. A continuación, ‘Playing God’ te envuelve con su aire latino mientras te quedas boquiabierta ante los sonidos que son capaces de sacar de las guitarras acústicas (recomiendo escuchar el disco con auriculares). La jazzera ‘The Audicity’ y la más melódica ‘Reverie’ son dos ejercicios de lucimiento más cercanos a lo que nos tenían acostumbrados, pero entonces llega ‘ABC’, cantada por Sophia Black, y te rompe totalmente los esquemas. Es un tema de puro pop que, sin embargo, conserva toda la esencia de Polyphia. Alucinante.
Las sorpresas siguen con ‘Memento Mori’ y ‘Fuck Around And Find Out’, con los raperos Killstation y $not aportando sus voces respectivamente. Seguramente a alguno de sus seguidores se les cortará la digestión al escucharlas -ya ni me imagino lo que pasará cuando suene la voz autotuneada de Lil West al final de ‘Chimera’- por su excesiva comercialidad, pero me parece admirable cómo han conseguido fusionar dos mundos tan alejados.
Curiosamente, Polyphia se reservan dos de los platos fuertes para el final. En ‘Bloodbath’ escuchamos a más ni menos que a Chino Moreno de Deftones arrastrando de esa manera tan característica su voz por encima de los polirritmos de la banda, y en ‘Ego Death’ aparece Steve Vai, uno de sus ídolos, para marcarse un solo que pone de relieve lo mucho que les ha inspirado, y que, simbólicamente, es como si les traspasara el testigo de su legado. Desde luego, si alguien lo merece, son ellos.
MARTA PUIG