Fue en los inicios de los 90 donde la escena extrema australiana dio un paso más en salvajismo y macarrismo con la irrupción de bandas como Sadistik Exekution y Bestial Warlust, engendrando junto a los canadienses Blasphemy y los finlandeses Beherit el llamado war o bestial metal.
Pero a la vez, se fue formando entre las sombras Portal, hasta que con su debut en 2003, Seepia, sentaron los pilares del disonante, asfixiante y caótico death metal que, ya actualmente, goza de un nutrido surtido de bandas reconocidas internacionalmente y que de entre las más respetadas, Grave Upheaval e Impetuous Ritual, algunos de sus músicos militan en Portal.
Mencionar aparte la puesta en escena de sus integrantes, encapuchados, con la cara oculta y que causó un golpe de efecto en su momento (especialmente su cantante The Curator, que con el tiempo ha ido sofisticando su vestuario, siendo ahora más lovecraftiano que nunca) y creando escuela una vez más, ya que a día de hoy se han ido multiplicando las formaciones que recurren a este recurso, llamado ahora ‘the faceless’, o sin rostro, con mayor o menor resultado.
Bien, pues 18 años después de su primer largo y tras cinco elepés, nos entregan dos discos a la vez, Avow, la obra que nos aproxima a los Portal que conocemos, y Hagbulbia, una especie de complemento noise y horror experimental.
Centrándonos en Avow, Portal continúan demostrando que siguen siendo demasiado extremos, pues si en su anterior ION pretendían que nos diera un ataque epiléptico, aquí quieren que te cagues en los calzoncillos/bragas. Los alaridos e invocaciones a entidades impronunciables que de The Curator emanan siguen produciendo pavor, basta con escuchar la inicial ‘Catafalque’ para darse cuenta de ello. Entre cartones de BN y caramelos Ricola debe andar liado el tío en las grabaciones.
Las pesadillas en las que se inspira Horror Ilogium para crear esos riffs retorcidos, enloquecedores y saturadísimos no dejarían dormir ni al mismísimo Freddy Krueger. Su enfermiza fórmula antes mencionada no ha variado un ápice desde sus inicios, pero sigue tan efectiva como siempre. En los medio tiempos de la segunda ‘Eye’ te das cuenta de lo desquiciantes que pueden llegar a ser cuando vuelven a ir a toda prisa.
Suena la tercera ‘Offune’ y empiezo a percibir que la producción suena menos aguda que en ION, y ya en ‘Manor Of Speaking’, la cuarta de orden, pero la segunda canción más larga del disco, te das cuenta de que el ralentizar el tiempo y ampliar el minutaje de las canciones, casi hasta los diez minutos en más de una ocasión, da como resultado unos pasajes experimentales y atmosféricos, creando una sensación todavía más cinemática de lo que ya conocíamos, como estar viviendo una película de terror (viendo el careto de The Curator, sin duda sería esa Curtains de 1983), siendo ésa la diferencia más destacable de Avow y quizá donde cobre sentido la publicación de Hagbulbia. ‘Bode’ sería otro ejemplo de este nuevo camino en el que Portal quieren dirigir su mundo de angustia. ‘Drain’ concluye el disco por ‘la portal grande’; furia enfermiza y saturación a raudales.
Vamos con Hagbulbia. Todo el disco no deja de ser una maraña de constante noise paranormal y espectral, donde curiosamente la lírica es más extensa de lo que uno pueda llegar a percibir, sobre todo en ‘Of Straw & Cloth’ y la última y con más minutaje de su carrera, ‘Hexodeus’. En general no encuentro nada destacable ni sorprendente de este Hagbulbia; desconcertante sí, ya que han sacado una edición en vinilo con un tablero de Ouija para escucharlo mientras haces espiritismo.
Tal vez sea un imán para las apariciones, pero otra teoría leída en el propio Facebook de la banda, y que me tiene más loco aún, es la de reproducir Avow y Hagbulbia a la vez… Pero me falta valor, no vaya a ser que abra un portal hacia, como dijo el Coronel Kurtz antes de morir, el horror… el horror.
SANTA