Se conoce que buena parte del nuevo disco de Prince Daddy & The Hyena fue escrito en un centro hospitalario. Allí su cantante, Kory Gregory, estaba recibiendo tratamiento por un preocupante miedo a la muerte. Sufría tanatofobia. Esa ansiedad irracional y descontrolada se instaló en su cabeza tras el accidente de tráfico que sufrieron a finales de 2018. Afortunadamente el cantante de esta peculiar banda de Albany ha conseguido canalizar toda es angustia y transformarla en un disco que, a ratos, es un canto a la vida.
En estas extrañas condiciones se gestó el primer homónimo del cuarteto, un disco conceptual -otro- que sorprende por una mayor expansión -si cabe- de su sonido. Así, por ejemplo, ligan con mucha intención el órgano celestial de ’Adore the Sun’ con la siniestra ‘A Random Exercise in Impermanence (The Collector), una adictiva pieza emo punk a caballo entre la agresividad de Pears y el dramatismo de My Chemical Romance.
El nuevo disco de Gregory y compañía está repleto de maravillosos sobresaltos, contrapuntos que te dejan boquiabierto. La sombría ‘Hollow, As You Figured’, con esas guitarras afiladas, por ejemplo, nada tiene que ver con el ritmo frenético de la festiva ‘Keep up that talk’ o mi favorita ‘In Just One Piece’, una canción excelente que no desentonaría en un buen disco de Weezer. Y tampoco parece una casualidad que en esta primera referencia para el sello Pure Noise Records, su nuevo hogar, hayan empalmado los nueve minutos de ‘Black Mold’, una pieza oscura y envolvente que incluye un mensaje de voz tan real como deprimente de un amigo, y ‘Baby Blue’, una canción acústica dulce e inofensiva llena de luz. En cierto modo, este viaje en busca del sentido de la vida tras esa revelación en forma de siniestro en la carretera podría colar como una nueva ópera emo punk, pues este disco no está tan alejado de aquellos geniales American Idiot de 2004 o The Black Parade de 2006.
Aunque hasta la fecha se estaban ganando a pulso la etiqueta de banda de culto, de esas que disfrutan mucho muchísimo unos pocos, el potencial pop del disco es innegable. Pienso en el single ‘Curly Q’, en una onda muy Joyce Manor, y ‘El Dorado’, que coge el relevo a unos desaparecidos The All-American Rejects con un estribillo muy contagioso.
LUIS BENAVIDES