Hasta para un tipo tan duro como Josh Homme, los cuatro últimos años han puesto a prueba su capacidad de resistencia. Pandemia aparte, el líder de Queens Of The Stone Age ha pasado por un divorcio nada amistoso, y la posterior lucha por la custodia de sus tres hijos, la muerte de amigos cercanos como Mark Lanegan, Taylor Hawkins y el actor Rio Hackford; y hasta un intervención quirúrgica para tratarle un cáncer.
Por eso, aunque In Times New Roman… se empezó a grabar hace más de dos años, no fue hasta el pasado noviembre que Homme se vio con fuerzas para grabar sus voces y terminarlo. Seguramente era el tiempo mínimo necesario para procesar esta sucesión de desdichas y plasmarlas sobre el papel. El líder de QOTSA nunca se ha caracterizado por ser un letrista narrativo o explícito, sino que al igual que hace con las notas del pentagrama, utiliza las palabras de manera algo anárquica para sugerir imágenes más que para dibujarlas con definición.
Sin embargo, en esta ocasión es bastante más fácil establecer conexiones entre lo vivido y lo cantado. «Todo ser viviente morirá, desde el rey de la jungla hasta la mariposa. Solo el pecado espera demasiado. Cuando no hay nada que pueda hacer, sonrío», entona en ‘Carnavoyeur’. Y más o menos, todas las canciones revelan este estado de ánimo entre la desesperación, la resignación, la aceptación, y también la rabia. En ‘Negative Space’ y más explícitamente en ‘Paper Machete’, Homme lanza algunos dardos dirigidos a su ex, Brody Dalle de The Distillers, con frases como «Todos los planes que has hecho a mis espaldas y desde lejos. La realidad es que, cara a cara, eres una cobarde» o «¿No hay nada que no puedas reemplazar? ¿Todas tus relaciones terminan en dolor y sufrimiento?». Habrá quien piense que son simples muestras despecho, pero en el fondo no dejan ser expresiones de su propia debilidad.
Con todo, a pesar de que sintiera que su vida se estuviera desmoronando a su alrededor, si algo sabía Homme es que podía confiar en la formación actual Queens Of The Stone Age para sacarle del hoyo. Y no le ha fallado. Son ya diez años los que los dos guitarristas y teclistas, Troy Van Leeuwen y Dean Fertita, el bajista Michael Shuman y el batería Jon Theodore llevan a su lado, y por eso In Times New Roman… suena con la solidez y determinación que únicamente está al alcance de una banda que es capaz de entenderse con solo mirarse a los ojos.
Como si fueran piratas que se lanzan al abordaje, estos excelentes músicos siguen a su capitán en esta maraña de riffs bizarros, ritmos descuajeringados y arreglos carnavalescos, totalmente alejados de lo habitual en una banda de rock con aspiraciones comerciales, pero que en ellos suenan de manera absolutamente natural porque forman parte inherente de su ADN. Por eso, por mucho que algunos intenten imitarles, siempre irán un paso por detrás.
In Times New Roman… insiste en ese precepto estético que podríamos apostillar como ‘el Bowie de Lodger de borrachera en el desierto’ de Like Clockwork… o Villains, aquí tan bien representado en ‘Emotion Sickness’, pero recupera un mayor protagonismo de las guitarras, la suciedad y la saturación de sus primeros discos. ‘Negative Space’ o ‘Made To Parade’ no hubieran desentonado en su debut, y la outro acústica de ‘Straight Jacket Fitting’ remite a las Desert Sessions.
A excepción de las más inmediatas ‘Paper Machete’ y ‘What The Peephole Say’ (que tampoco encajarían del todo en la categoría de hit), este es un trabajo que requiere ser masticado para que afloren todos sus sabores. Es entonces cuando las melodías etéreas de ‘Time & Place’, los arreglos de violín de ‘Carnavoyeur’, ‘Obscenery’ o ‘Sicily’, y sus gotas de humor negro, empiezan a calar y te vuelves a maravillar simplemente por estar escuchándolos. Es verdad que el disco no propone nada especialmente novedoso, y eso puede llevarte a pensar, en las primeras escuchas, que no tiene mucho por ofrecer, pero la magia de Queens Of The Stone Age sigue ahí latente. Solo hace falta que le des tiempo para que se manifieste.
JORDI MEYA