Es más que posible que de no ser por la pandemia el nuevo disco de Rammstein no existiera. Antes de que llegara el virus, la banda tenía previsto presentar su anterior trabajo homónimo de 2019 en una gira por estadios, incluidos unos cuantos en Estados Unidos -poca broma hasta dónde ha llegado- y teniendo en cuenta que cada vez espacian más sus lanzamientos, dudo que hubieran entrado en el estudio tan rápidamente de vuelta a casa.
Con el calendario en blanco, el sexteto decidió ponerse a componer y a finales de 2020 entraban en La Fabrique Studios en Francia para grabar su octavo álbum. Lo curioso del caso es que a pesar de que esta vez solo han pasado tres años, en lugar de los diez entre Liebe Ist Für Alle Da y Rammstein, se nota a la banda con más ganas de jugar y explorar su creatividad. A ver, Rammstein son Rammstein, y difícilmente abandonaran su sonido visto que su legión de fans no para de crecer, pero aquí encontramos algunos detalles que apuntan a que haberse puesto a trabajar en un disco sin que lo tuvieran previsto, les ha venido hasta bien. ¿Un alemán improvisando? Ver para creer…
Quizá por las circunstancias en la que fue concebido, Zeit es un álbum algo más introspectivo de a lo que nos tienen habituados. Si su anterior disco entraba con toda la artillería por delante, aquí el trasatlántico germano llega al puerto a una velocidad más lenta, pero igual de imponente con el medio tiempo ‘Armee der Tristen’, en la que sus características guitarras cortadas no aparecen hasta el estribillo.
Los dos siguientes temas, ‘Zeit’ y ‘Schwarz’ también priman la épica por encima de la fuerza bruta con Till Lindemann sacándole todo el provecho a su registro más lírico con unas letras en las que reflexiona sobre la imposibilidad de detener el paso tiempo o el buscar consuelo en la soledad.
Quizá por ese arranque distinto al habitual, cuando el grupo sube una marcha, el impacto es mucho mayor. ‘Giftig’, ‘Zick Zack’ y ‘Ok’ forman un trío infalible de hits con ese pulso bailable, estribillos repetitivos, sintetizadores raveros, y guitarras titánicas que los hace ideales para sonar en las discotecas góticas o hacer botar la pista de cualquier pabellón
La segunda mitad del disco discurre con una dinámica parecida alternando canciones más melodramáticas como »Meine Träten’ o la balada final ‘Adieu’, con otras en las que la banda simplemente tiene ganas de liarla como ‘Angst’ o la pegadiza ‘Dicke Titten’, que causaría estragos en cualquier feria de la cerveza en Baviera. Es justo después de esta donde se haya el tema más interesante de todo el disco, ‘Lügen’, en el que nos encontramos la voz de Tildemann por un vocoder y un pasaje inspirado en el black metal atmosférico.
Me aventuro a decir que una de las claves del enorme éxito de Rammstein es lo bien que representan la identidad alemana en el imaginario colectivo, y Zeit lo ejemplifica a la perfección. Todo transpira ese carácter frío, cuadriculado, de mentalidad marcial, que asociamos a un país que por un lado ha dado autores como Goethe, Bertolt Brecht o Thomas Mann, pero por otro ha originado un porno de lo más cerdo. Capaces de ser solemnes y a continuación tremendamente horteras, de apelar al intelecto y también a las bajas pasiones, Rammstein siguen siendo una entidad poliédrica y misteriosa.
Dos apuntes finales. Uno: resulta curioso ver que Bryan Adams es el autor de la portada del disco y las fotos interiores. Mataría por haber visto al canadiense lidiando con esta tropa. Y dos: ¿Dónde está la anunciada versión de ‘Entre Dos Tierras’ de Héroes Del Silencio? ¿Era un fake y no me enteré?
JORDI MEYA