Francia siempre me ha parecido un país curioso en cuanto a su relación con el metal. Si bien tiene grandes nombres de bandas más o menos mainstream (Gojira y Dagoba son las primeras que me vienen a la cabeza), es en el underground y en las profundidades del metal extremo donde siempre acabas por descubrir las cosas más interesantes. Y, creedme: es evidente que Råtten han salido del agujero más profundo, nauseabundo y pestilente de nuestros vecinos del norte.
Nada más escuchar los riffs iniciales y las voces del primer tema, ‘Enfantés Du Mépris’, sabes muy bien que nada de lo que va a sonar a continuación se va a parecer a un agradable paseo matutino en un florido y verde prado. Lo que nos proponen estos animales es un descenso al pozo más lúgubre y hondo que vuestras podridas mentes hayan podido imaginar. Y seguidamente continuar bajando en medio de dolorosos sufrimientos hasta la agonía eterna. No hay descanso, ni un atisbo de esperanza. Sólo pena y desgarro.
En medio de todo este panorama tienen a bien de decorar un poco su fétido black con algunos toques de crust (‘Roi-De-Rats’) o sonar como Oranssi Pazuzu en determinados momentos de otra canción como ‘Tumulte Des Ombres’ que, dicho sea de paso, me parece de lo mejor del disco.
En poco más de 35 minutos te han devorado, tragado, digerido y expulsado de la manera más vil y horrenda. No se me ocurre mejor manera para poder soportar estos días sórdidos, absurdos y exasperantes. Råtten nos propone la solución fácil: la huida hacia adelante. La manera más rápida de eludir el contacto con esta disparatada humanidad que nos rodea día tras día. Y lo hacen del modo más crudo, sin aliñar. A puro palo seco.
KARLES SASTRE
