Título: Palos y fango
Autor: Stavros Milos
Editado por: Autoeditado
Concebida inicialmente como una especie de actualización distópica de Cañas y barro, la mítica obra de Vicente Blasco Ibáñez, Palos y fango adquiere un nuevo cariz visionario a raíz del paso de la DANA por tierras valencianas. En efecto, esta novela de Stavros Milos se escribió mucho antes de la tragedia reciente, pero su título podría relacionarse fácilmente con los palos que han recibido las poblaciones afectadas (tanto de la naturaleza como de las distintas administraciones incompetentes) y con el fango que han tenido que retirar los vecinos.
También el argumento general de este libro guarda ciertas similitudes con la triste realidad: El Palmar, una pedanía de Valencia bastante olvidada por la metrópoli, está amenazada por el caos reinante en las poblaciones de su alrededor y en otras partes del mundo. Pero es en las tramas particulares de Palos y fangodonde encontramos la singularidad de esta obra: el romance naciente entre dos jóvenes del pueblo, Santos y Hania, y la continua disputa entre el alcalde Don Severino y la tía Agustina, una de las vecinas con más solera y más mala leche.
Esta es la primera novela del que fuera cantante de algunas bandas del underground valenciano como La Mano Cornuda y Sr. Colegiado, ya que sus anteriores trabajos literarios eran recopilaciones de textos y de ideas sueltas con un hilo conductor común. En estas 300 páginas siguen habiendo fogonazos de la agudeza mental de Milos, pero su mayor genialidad es el carácter de metanovela que ha desarrollado: dentro de Palos y fango se sucede otra novela del mismo título, con Santos como protagonista.
Por si eso no bastara, el autor afincado en El Palmar desde hace tiempo no rehúye la naturaleza costumbrista de la obra original de Blasco Ibáñez, y ofrece unas certeras descripciones tanto del carácter de las gentes de allí como del paisaje circundante: “Le fascinaba el paisaje que veía todos los días cuando la carretera que venía de Valencia se acercaba a El Palmar. Desde su asiento acariciaba el bosque con la mirada, y aprovechaba los oportunos claros que concedía la espesura para girarse hacia un lado y ver el mar, o girarse hacia el otro y contemplar la incalculable Albufera. Nunca le dejaba indiferente aquel recorrido que finalmente giraba a la derecha y se adentraba en una dimensión de puentes estrechos, de barracas estacionadas de manera arbitraria, de pequeñas huertas con vallas deslavazadas y de arrozales inundados de espigas o cultivados de agua. Pero el día había llegado”. La isla que ya no era tan isla (una frase que se va repitiendo a lo largo del texto como si fuera un mantra) es un personaje más de la novela.
Sin querer desvelar el desenlace de la trama, solo dejaré apuntado que la parte más disparatada de este libro es cuando la gente del pueblo se autoorganiza para participar en la guerra contra los homobránqueos. Hay sorpresa en este capítulo, como en la mayoría de ellos, pero no las descubriré en esta reseña para que lo hagan los propios lectores que se atrevan con la nueva obra del singular y peculiar Stavros Milos.
JORDIAN FO