Sea por voluntad propia, o no, Rob Zombie se ha convertido en un creador de género. Cuando estrena una nueva película, uno ya sabe perfectamente lo que le espera, y lo mismo ocurre en sus discos. Algo que salta a la vista desde la estética de las portadas al gusto que le ha cogido a los títulos largos y extravagantes.
Así, The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy llega cinco años después de The Electric Warlock Acid Witch Satanic Orgy Celebration Dispenser, si bien lleva grabado desde hace bastante tiempo, incluso antes de que rodara su última película 3 From Hell que se estrenó en 2019. Pero supongo que una de las ventajas de vivir cómodamente encasillado es que da igual cuando te decidas a publicar el material, porque al fin y al cabo el universo que has creado es inmune a modas o tendencias externas.
En su séptimo disco encontramos los mismos recursos que viene utilizando desde los tiempos de White Zombie: riffs cortantes, una base rítmica machacante de estilo industrial, letras que hablan de brujas y otras criaturas extrañas; efectos sonoros a modo de interferencias radiofónicas, estribillos repetitivos y todo amenizado con su voz gruesa y distorsionada. Nada nuevo bajo el sol.
Pese a ello, el álbum desprende cierta frescura, metiendo en la coctelera nuevos ingredientes: desde el sitar de ‘Get Loose’, al bluegrass con un toque de Primus de ’18th Century Cannibals, Excitable Morlocks And A One-Way Ticket On The Ghost Train’, la instrumental acústica ‘The Much Talked Of Metamorphosis’, o esa ‘The Eternal Struggles Of The Howling Man’, que suena como unos Clutch pasados de vueltas hasta que de golpe entra un break funky a lo Beastie Boys.
Creo que en ello tiene mucho que ver que los músicos que le acompañan, John 5 (guitarra), Piggy D. (bajo) y Ginger Fish (batería) sean los mismos desde hace más de una década. Comparado con sus primeros discos en solitario, que parecían haber sido ensamblados en el estudio a base de samplers, aquí se nota una mayor interacción entre los instrumentistas, dando como resultado algo más orgánico, real y divertido.
Porque al contrario de un artista similar como Marilyn Manson, cada vez más encerrado en sí mismo, Zombie y su banda parecen tener como objetivo, con canciones como ‘Shake You Ass-Smoke Your Grass’ o ‘The Satanic Rites Of Blacula’, que cuando llegue el fin del mundo, al menos nos pille bailando.
DAVID GARCELL