El multinstrumentista y vocalista Robby Valentine, siempre ha sido uno de esos artistas que sorprenden en cada disco que crean. Después del sobresaliente The Alliance donde remarcaba su incomparable talento, sin autotune, creando canciones que bien les gustaría haber compuesto a Muse o The Darkness, que incluso remitían a Jellyfish en su paleta sonora, publica ahora un álbum sobrio, elegante, clásico.
Su portada es un reflejo de lo que vamos a escuchar. El propio Valentine lo describe en el libreto del álbum. Seis de las diez canciones ya habían salido a la luz cantadas por Peter Strykes. Era hora de escucharlas con su voz, canciones de incólume belleza como ‘Invincible’ que bien podría haber cantado Freddie Mercury para un musical. Y es que ese género, entre la balada adulta y el musical dramático, varían las canciones. La canción título, la única inédita hasta ahora, remite más a la ópera, como si un dueto entre un cantante de ópera y otro de pop se tratara, realizando Valentine un brillante cambio de fraseos, como si dos vocalistas distintos cantaran.
‘Santa Zorra’ podría entrar en cualquier banda sonora de película de héroe épico. Hacia la mitad del álbum se intercala con piezas de música clásica, cinco de Chopin y una de Romsky-Korsakov. Todas ejecutadas excelentemente, dan paso al tema final, ‘Widding Road’, una power ballad en todo su esplendor. Guitarras para impulsar una melodía llena de encanto y dulzura, con sus potentes coros y grandilocuencia.
Es un placer escuchar estos temas en la voz de su compositor original. Valentine se desmarca como un maratoniano músico que lleva casi treinta años publicando álbumes con más éxito en Japón que en Europa, algo que resulta cuanto menos curioso y extraño, viendo el potencial demostrado.
IGNACIO REYO