Seguramente por primera vez en la historia, un grupo va tan fumado que se olvida de que su primer álbum ya fue homónimo y decide, 35 años después, titular un nuevo trabajo de la misma forma. Tenían que ser Saint Vitus, claro está, pero mientras sea Dave Chandler el que ponga algo de orden en esta casa de locos, todo irá bien. Enchúfate ya ‘Remains’ si no me crees…
El sonido es todo lo Saint Vitus que se puede ser en 2019, y ese coyote de la guitarra, a la que te descuidas, con qué riffs te muerde. Oh, y luego el solo, tan suyo, arrancándose con ese noise salvaje de siempre… Tremendo. Por muy fan de Wino que sea, debo reconocer que Scott Reagers, su vocalista original, es más versátil, y como muestra, esa estupenda ‘A Prelude To’ seguida de la marchosa ‘Bloodshed’. Entre guitarrones del tamaño del Gran Cañón del Colorado, da otra lección de cambios de registro, para luego soltar la mala leche en ‘12 Years In The Tomb’. Y no hablemos ya de ‘Hour Glass’… ¡Qué alto llega, hace lo que quiere con la garganta a sus casi 60 añazos! Chutazo directo hacia sus tiempos más pretéritos con ‘Wormhole’, clasicismo a tope en ‘Last Breath’ y, para cerrar, una gamberrada que te deja a cuadros. En ‘Useless’ se disparan durante minuto y medio a lo Minor Threat o sus queridos Black Flag.
Un nuevo álbum del mito americano del doom que, si bien no enamora por disperso, se muestra delicioso en los momentos de mayor cuelgue y desenfreno por parte de Chandler, así como por el acertado regreso de Reagers.
PAU NAVARRA