Hablar del nuevo álbum de Schizophrenic Spacers está condicionado por el cambio de idioma que ha experimentado la banda tras media docena de discos. Los motivos de aparcar el inglés, y más después de dos décadas de carrera, deben ser varios, pero escuchando Gloria casi parece más una demanda de sus nuevas canciones que un hecho premeditado de la propia banda. Dicho de otra manera, cuesta imaginarse estos temas en otro idioma que no fuera el castellano.
Los textos de Sergio Martos cobran una nueva vida, con esa visión agridulce que tiene de las cosas, pero aquí la mandanga de verdad esta en la música y las once canciones que contiene el álbum. Como enciclopedias vivientes del rock que son la mayoría de sus componentes, influencias como las de The Who, The Rolling Stones, Van Halen o Kiss no se pueden borrar de la noche a la mañana, pero por primera vez vemos al descubierto las que han tenido en ellos los pioneros del rock patrio, llámense Lone Star, Miguel Ríos -los fraseos de Martos en muchos momentos nos recuerdan a él- Burning o los primeros Barón Rojo.
El combinado que son capaces de hacer entre lo mejor del rock internacional y nacional, hace de Gloria un álbum al cual es difícil encontrar comparación estilística en estos momentos. Suenan a todo, pero al mismo tiempo suenan personales.
Obviamente las buenas intenciones no servirían de nada si no estuviésemos hablando de una colección de canciones de primera –‘Desobediencia’ ‘A Cuchillo’ o ‘Victoria’ por poner tan solo tres ejemplos-, una banda que ya funciona a pleno rendimiento, y una producción, cortesía de Hendrik Röver que entiende lo que los Spacers necesitan (aunque quizá la voz está algo tapada en la mezcla). En definitiva, los barceloneses probablemente han creado su álbum más homogéneo.
Visto lo complicadas que están las cosas, es difícil de hablar de nuevos inicios y oportunidades, pero desde luego un álbum como Gloria las merecería sin pestañear.
RICHARD ROYUELA