Cuando llega a mis manos una nueva creación, en este caso de Shallow Waters, con el nombre de Tristán Iñiguez en los créditos sé que voy a poder esperar buenas melodías y una ejecución instrumental exquisita. El músico vasco se ha ganado todo mi respeto estando involucrado en varios de mis discos nacionales favoritos. Esto no quiere decir que haya un favoritismo por mi parte hacia sus creaciones; todo lo contrario, el listón queda alto y sólo espero lo mejor.
Este nuevo trabajo juguetea con el black metal en cortes como el que abre el álbum, ‘Approaching The Unknown’, un pelotazo lleno de energía y melodía que no da tregua y saca la parte más visceral de su música, algo que, por el contrario, echaremos de menos cuando lleguemos al ecuador del álbum. Y es que este disco está lleno de contrastes a los que te acostumbras con las escuchas pero que de primeras te deja un poco descolocado. Me explico: el primer corte te envalentona, sin ningún otro contexto piensas que vas a escuchar un álbum de black metal melódico y que el nivel de rabia y el tono desgarrador de las voces va a estar presente durante todo el plástico, pero tras el primer minuto del segundo corte te das cuenta de que has hecho una lectura demasiado rápida de lo que va a ser este viaje.
‘Blended In The Urn’ nos presenta la parte melódica de la banda en sus estribillos, algo que se va a incrementar de forma gradual. Sinceramente, mi parte más extrema me pedía más dosis de ese primer tema, aunque nos sacian esa necesidad ‘Light The Pyre’ para afrontar los últimos cortes y la melosa ‘Outward Journey’.
Y aquí está el punto donde tienes que decidir si esto es para ti o no. Si disfrutas de los Katatonia actuales o el doom de My Dying Bride, y al mismo tiempo, del black metal más cadencioso repleto de melodías a base de tremolo pickings, esto va a ser una gozada. Vas a tener de todo, y es que la variedad es la tónica del plástico, y si no me crees, escucha el estribillo casi power metalero de ‘Bed Of Snakes’ tras unos midtempos al más puro estilo pagan black sólo para caer en la melancolía absoluta y la recitación a golpe de reverb.
En conclusión, Shallow Waters debutan con un disco sólido y muy dinámico, con una producción limpia y cuidada, a la que la única pega que le podemos poner es una sección rítmica demasiado enterrada entre guitarras y voces, con una batería un tanto deshumanizada y, a las veces, un poco falta de dinámica. Sólo me queda esperar a su segunda entrega, donde encuentren el punto que les falta de personalidad al tiempo de conglomerar tantos estilos.
Es un disco atrevido y que aporta, pero creo que con un poco más de madurez en la formación podemos acabar viendo un diez en la puntuación.
ABEL VALDELVIRA