Ya es casualidad, o no, que en un mismo día, el 15 de enero, aparezcan en el mercado los nuevos discos de Shame, Sleaford Mods, y Viagra Boys. Aunque cada uno tenga sus características, todos surgen de ese habitat por el también pupulan Idles o Fontaines D.C., herederos del post punk de los 80, y de su consecuente revival de principios de los 2000, que han conectado con un nuevo público en pleno siglo XXI.
De todos ellos, posiblemente sean Shame los menos agresivos, en cuanto a las formas -si bien en este disco, sus guitarras suenan algo más abrasivas que en su debut Songs Of Praise (2018)- pero también los que más fácilmente te puedes imaginar encabezando un festival de aquí a unos años. Canciones como ‘March Day’ o ‘Water In The Well’ contienen esos ritmos bailables y pegadizos que en su momento tan bien funcionaron para The Rapture o Franz Ferdinand y que harían saltar a cualquiera a altas horas de la madrugada.
Pero si por algo destaca este disco es por que los londinenses no se casan con un solo registro y alternan cortes mas comedidos como ‘Human, For A Minute’ o ‘Station Wagon’ o ‘Snow Day’, con una voz medio recitada, medio gritada por Charlie Steen sobre un interesante trabajo de batería, con un bofetón a lo Idles como ‘Great Dog’ o esas guitarras a lo Strokes en ‘6/1’.
Shame dominan perfectamente el hilar guitarras disonantes con ritmos sincopados y si fueran los únicos moviéndose en este estilo, probablemente un disco como éste me hubiera impactado más. Pero para su desgracia, el efecto sorpresa no existe, y pese a tener un puñado de buenas canciones -además las citadas añadiría ‘Alphabet’ o ‘Nigel Hitter’- suenan más como followers que como leaders. Todavía les falta ‘aquello’ que sea exclusivamente suyo, pero tienen madera para encontrarlo.
MARC LÓPEZ