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SLIFT – ‘Ilion’

Una epopeya futurista descomunal.

Llama la atención ver que un álbum como Ummon, publicado a comienzos de 2020, no solo no quedara en el olvido del confinamiento, sino que pudiera disfrutar de una larga vida catapultando la carrera de Slift como no había ocurrido hasta entonces con los franceses.

Mucho tiene que ver con que el trío de Toulouse saliera a demostrar sobre los escenarios todo su poderío en cuanto tuvo la más mínima oportunidad de regresar a la carretera (lo pudimos comprobar hacer un par de años en el Kristonfest. El boca-oreja dentro de la escena psicodélica fue en aumento hasta llegar los despachos de un sello tan emblemático como Sub Pop, quien no dudo en apoyarles para lo que sería su siguiente lanzamiento.

Con semejante perspectiva y la posibilidad de abrir brecha en el mercado estadounidense, los hermanos Jean y Rémi Fossat y el batería Canek Flores lo tenían  a huevo para entregar un disco que les permitiera colarse en plazas más grandes. Sin embargo, han preferido mantenerse fieles a su instinto y plantarnos una de esas obras destinadas para el escaso número de oyentes actuales que estén dispuestos a sentarse en el sofá a escuchar más de una hora de música de principio a fin varias veces para lograr entenderla en toda su magnitud.

Porque al igual que su predecesor, Ilion exige una predisposición total a olvidarte de lo externo y dejarte llevar en el viaje que nos propone. Pero también demanda una atención por nuestra parte que ya casi nadie está dispuesto a otorgar en esta época de los buffets rápidos de las plataformas digitales. Slift no juegan ni pretenden entrar en esa liga. Lo suyo va de otra cosa.

Concebido como una secuela en toda regla de Ummon, el álbum alberga ocho piezas en las que que cada una por separado tienen un peso específico, pero que unidas conforman una epopeya futurista descomunal. La nave no tarda en encender los motores para despegar hacía rutas espaciales, dejando que tu imaginación se dispare por sí sola. Los primeros 11 minutos de la titular ‘Ilion’ son solo el comienzo de la aventura, pero apenas conceden descanso. Jean pone su pedalera al límite, mientras que el bajo y la batería lo aguantan absolutamente todo por muchos riffs y capas de voz que este les dispare.

‘Nimth’ y ‘The Words That Have Never Been Heard’ prosiguen el ataque frontal sin miramientos, tornándose en ejercicios progresivos cada vez más enrevesados que parecen no tener fin. Hay picos y valles, pero si se produce una tregua, esta logra mantenerte en vilo para el envite que viene a continuación. Es tal la intensidad que imprimen que pensar en encarar el siguiente corte provoca auténtico vértigo. Ni tan siquiera la etérea ‘Confluence’ (una instrumental que incluye un saxofón cubierto de un manto space rock que va danzando al ritmo que marca el combo) baja el ritmo impuesto, como se encarga de demostrar el desbocado solo de guitarra final.

La segunda cara puede dar la sensación de ser más sosegada, pero es tan solo un espejismo. Los suaves cánticos de ‘Weavers’ Weft’ no tardan en regresar a terrenos más farragosos y complejos. Incluso los sintetizadores y coros solemnes en ‘The Story That Has Never Been Told’ podrían dar pie a pensar que vamos a tener un cierre un tanto amable, pero la canción va escalando hasta encumbrar un desenlace tan trepidante como épico. Es cierto que se podría haber prescindido de algún capítulo para aligerar la pesada carga (‘Uruk’, aunque posee una oscuridad imponente, acaba siendo redundante, y el cierre con esa coda industrialoide llamada ‘Enter The Loop’ ya te pilla saliendo de la escena). Pero supondría privarnos del corte del director tal y como Slift lo tenían ideado.

Escuchar Ilion se convierte en una experiencia tan inmersiva como agotadora, pero que sin duda merece la pena vivir. Si te van las emociones fuertes, pocos álbumes encontrarás tan retadores a los que acudir constantemente en los próximos meses.

GONZALO PUEBLA