Es posible que Endless Twilight Of Codependent Love no sea el álbum que necesitamos escuchar ahora mismo. Tampoco se trata de negarles a Sólstafir el derecho a realizar su trabajo, pero de verdad, a estas alturas de año no hacen falta más dosis de tristeza y melancolía, y menos aún si algunas de las canciones que contiene son capaces de lograr su pleno objetivo.
La música es un lenguaje universal capaz de trasladar emociones al oyente, y si uno puede tocar fondo escuchando a My Dying Bride sin ser un Shakespeare, a los islandeses hay que reconocerles también esa gran habilidad de erizarte el vello cuando se les antoja.
Cierto es que desde que Aðalbjörn Tryggvason y compañía dijeran ‘hola mundo’ en 2011 con Svartir Sandar no han dejado de explotar ese filón estilístico, pero su capacidad para conmovernos y conjugar en una misma canción artistas como U2, The Beatles, Kraftwerk o Ennio Morricone siguen siendo bazas muy solventes.
Como comentaba, novedades pocas. A lo sumo, que hayan vuelto a recurrir a algunas pinceladas del black de sus inicios en ‘Akkeri’, una pieza de apertura de más de 10 minutos, o en la desgarrada ‘Dionysus’, donde ya es a brochazo limpio, por lo que lo más destacable en su séptimo álbum es que, cuando quieren, siguen hilando fino a la hora de llegarnos hasta lo más hondo en tonadas ambientales como ‘Drýsill’, el crescendo contemplativo de ‘Rökkur’ o ‘Úlfur’.
El sonido conseguido por Birgir Jón Birgirsson y el mismo Tryggvason merece una mención especial, pues sumergirte en este disco es como tenerlos tocando en tu comedor.
Tan suya, ‘Her Fall From Grace’, y tan deliciosa… La depresión, el suicidio, la soledad. Adicciones, enfermedades mentales. Terrores con los que convivimos a diario con los que el cuarteto no sólo ha lidiado, sino que los ha usado de argamasa para crear algo hermoso. Todo ello en un álbum a ratos disperso, sí, que no siempre consigue mantenerte atrapado, pero que presenta numerosos gratos momentos.
Si el sugerente lienzo de Johann Baptist Zwecker que les ha servido de portada te ha recordado a Mellon Collie And The Infinite Sadness de los Smashing Pumpkins, tranquilo, porque no andas muy desencaminado. Otra cosa no, pero Sólstafir siempre a corazón abierto.
PAU NAVARRA