Entre lo muchísimo que nos ha dado últimamente la nueva oleada de death metal ‘de catacumba’, que casi podríamos identificar también como Sonido Killtown Bookings o Me Saco Un Ojo, Eroded Corridors Of Unbeing de Spectral Voice prevalece como un tótem funesto difícilmente superable.
A fin de cuentas, estamos hablando de un proyecto con M. Kolontyrsky, P. Riedl y J. Barrett de Blood Incantation junto al cantante y batería E. Wendler, también en Black Curse o ex de Nekrofilth, por lo que era de esperar la expectación y el hambre que ha despertado Sparagmos, su segundo largo siete años después.
‘Be Cadaver’, toda una declaración de intenciones, es el primero de los cuatro salmos que contiene este códice quebradizo, pasto de la humedad. De movimientos aletargados muy death doom, no tarda en dar paso a esas cuerdas desasosegantes y anarcoides, a su aire, que tanto nos perturbaron el sueño en su disco de debut. Casi 12 minutos que, en su ecuador, levantan un muro de guitarras herrumbrosas, homicidas, para ponerte firmes y mandarte derechito al matadero. Por si fuera poco, la pausa y los coros de unos Bell Witch se aparecen hacia el final para rematar un temazo inicial morrocotudo.
No te relajes, que anticipados por redobles que parecen de De Mysteriis Dom Sathanas llegan los más de 13 de ‘Red Feasts Condensed Into One’, y lo hacen con toda su artillería cavernaria. Otra que crepita más que las palomitas en el estreno de ET, porque no podía haber otro que Arthur Rizk al frente de la producción. La voz ataca a lo Black Curse, y eso sólo puede resultar sumamente placentero. El álbum, que trasciende de manera catártica a través del rito dionisíaco de ser desgarrado miembro a miembro, realmente consigue trasladar esa magia negrísima a tu alcoba, preparándote mentalmente, o eso crees, para la siguiente tropelía.
Es jodido, pero agradeces la velocidad que consigue reunir ‘Sinew Censer’. Pese a ello, como si los estadounidenses nos leyeran la almendra, la envían al infierno de las psiques en cuanto bajas la guardia, disminuyendo su pulsación hacia el mínimo, encaminando la canción en dirección al siseo y esa frontera entre el death doom y el funeral en la que Encoffination, por ejemplo, se erigen héroes. Otra pesadilla laberíntica, que una larga ‘Death’s Knell Rings In Eternity’ se encarga de prolongar a través de chamanismo esquizo y el poder redentor del riff indecoroso y mutilador.
Sparagmos, o más bien espasmos. Liberadores, tortuosos, hacia un fin mayor que ni comprendemos, ni queremos comprender. Ahí va el primer gran albumazo del under en 2024. Temed lo invocado.
PAU NAVARRA