Es bien curioso cómo funciona esto de la industria musical. Hasta hace unos meses ni me sonaba haber escuchado el nombre de Spiritbox, pero de repente este verano no paré de verlo circular por redes y webs sin saber muy bien por qué. La banda había publicado en 2019 un EP, pero que yo recuerde tampoco tuvo apenas repercusión.
Pero desde que en mayo anunciaran que publicarían su primer álbum en septiembre, el hype ha ido creciendo sin parar, consiguiendo millones de reproducciones sin haber dado ni un solo concierto, y llegando al punto que revistas como Kerrang! o Revolver ya los hayan colocado en su portada. Desde luego, su equipo de promo se merecer un diez. Porque, de acuerdo, tienen detrás un sello importante como Rise Records, pero eso a día de hoy no es ninguna garantía. Bien los saben los dos miembros principales del grupo.
El matrimonio formado por la vocalista Courtney LaPlante y el guitarrista Michael Stringer, militó durante años en Iwrestledabearonce, banda canadiense que en la pasada década llegó a publicar tres álbumes con Century Media, sin lograr salir del circuito underground. Pero su suerte parece haber cambiado, y con este nuevo proyecto, su futuro tiene mucha mejor pinta.
Está claro que en parte se debe a que la música de Spiritbox es mucho más accesible que ese metalcore alocado en el que cabían todo tipo de influencias que practicaban Iwrestledabearonce, pero si fuera solo por eso, triunfarían el 90% de las bandas de metal. De hecho, aunque tienen algunas canciones más comerciales, ‘Holly Roller’, con la que empezó el efecto bola de nieve, no es precisamente la más suave del disco.
El caso es que el trío, seguramente sin saber ni cómo, ha dado con la tecla adecuada para conectar con el público. Y hasta cierto punto tiene sentido porque su sonido, tan agresivo como hermoso, es una amalgama de lo que viene siendo el metal en el siglo XXI.
Con un gusto exquisito, todo hay que decirlo, Spiritbox combinan riffs en plan djent en ‘Silk In The Strings’, trallazos metalcore como ‘Yellowjacket’, en la que colabora Sam Carter de Architects, toques de melodrama a lo Evanescence en ‘Sun Killer’, de nu metal en ‘Hurt You’, y hasta un tema pop con toques electrónicos, en el caso de ‘We Live In A Strange World’, que podría agradar a los fans de Billie Eilish o Halsey. Unas letras que hablan de cómo luchar contra tus demonios internos, también parecen muy oportunos en un tiempo en los que la pandemia ha causado estragos en la salud mental de tanta gente.
Si le añadimos que Courtney hace con su voz lo que da la gana -sus gritos son tan potentes como emotivos sus susurros- quizá lo realmente raro sería que el algoritmo no les sonriera. Y con un debut así de redondo, posiblemente lo siga haciendo durante mucho tiempo.
DAVID GARCELL