Tal vez sea una comparación que no le haga ningún favor, pero a St. Vincent (nombre artístico de Annie Clark) la definición de «Bowie femenino del siglo XXI» se le ajusta como un guante. Si algo ha marcado la carrera de esta multinstrumentista nacida en Tulsa es la evolución constante en cada paso de su carrera, tanto sónica como estilísticamente.
Lo que pocos podíamos imaginar es que, justo cuando parecía que había hallado una fórmula característica con su anterior Masseduction, se atreviese a pegar un volantazo tan brusco como Daddy’s Home. De un Los Angeles futurista y plastificado damos un triple salto mortal hacía atrás hasta situarnos en un escenario de colores sepia con el New York de los 70’s como fondo.
Tal y como hace referencia en su título, la salida de prisión de su padre (encarcelado hace una década al estar involucrado en un trama de delitos financieros) es tan solo el punto de partida en el que Clark se apoya a la hora añadir influencias hasta ahora inéditas en su discurso. Escondiéndose bajo una peluca rubia y ese atuendo pimp, se disfrazan reminiscencias a Sly & The Family Stone y Stevie Wonder.
Pero aunque podríamos afirmar que estamos ante un álbum de soul y funk, para nada esperéis que esta sea una obra con la misión de quemar la pista de baile. Aquí no encontraremos grandes secciones de viento ni bajos haciendo slap como si no hubiera un mañana. A St. Vincent no le interesa hacer un homenaje repleto de clichés baratos, sino adueñarse de esos referentes para contar algo propio.
Así pues, en la homónima ‘Daddy’s Home’ nos relata sus visitas a la cárcel con autógrafos de por medio tirando de soul ácido, como en la inicial y muy Prince ‘Pay Your Way In Pain’. Hay hasta guiños más o menos directos a Pink Floyd (la balada psicodélica ‘Living In The Dream’ parece sacada del Dark Side Of The Moon, el cual se menciona también en ‘The Melting Of The Sun’), o a heroínas de la época como Marilyn Monroe, Nina Simone o Candy Darling, la musa transexual de Andy Warhol y Lou Reed, quien protagoniza un pequeño corte que lleva su nombre.
A pesar de que puede aparentar cierta grandilocuencia, también hay hueco para historias más terrenales como ‘Somebody Like Me’, por donde se cuela un arreglo de pedal steel, o una ‘My Baby Wants A Baby’ en la que Clark nos confiesa que su máxima aspiración es algo tan sencillo como pasarse el día en pijama tocando la guitarra mientras se alimenta de comida precocinada. Una idea alejada de todo el glamour de súper estrella que se le supone a alguien que tiene un Grammy en la estantería.
No obstante, el disco tira en exceso de los mid-tempos y cuesta encontrar esos singles de antaño que impriman algo de punch, como sí ocurre en ‘Down’. Sin duda, la canción con más vocación de hit con una Annie realmente imponente en tareas vocales y unos exóticos punteos de sitar incluidos.
Sin ser tan redondo como sus inmediatos antecesores, Daddy’s Home sorprende al demostrar una vez más que el universo de St. Vincent es tan vasto como inclasificable. Convencerá en mayor o menor grado, pero es innegable que pocos la hacen sombra en cuanto a imaginación se refiere en el panorama actual.
GONZALO PUEBLA