Tras el inesperado paréntesis que supuso el puntual retorno de Porcupine Tree el pasado año, Steven Wilson retoma su carrera como solista justo dónde la dejó en The Future Bites. Como si el dar carpetazo de manera (aparentemente) definitiva a la banda que le puso en el mapa no hubiera tenido algún tipo de efecto secundario en su hoja de ruta.
El británico es de esos artistas a los que no le interesa lo más mínimo fijar su vista en el pasado, sino mirar hacia adelante. Saciada la necesidad de material más contundente, en el séptimo trabajo de estudio que firma con su nombre, Wilson continúa explorando los límites, ya no del progresivo, sino de toda una amalgama de sonidos. The Harmony Codex vendría a recoger varios de los que se ha valido a lo largo de su trayectoria, resultando en uno de sus álbumes más eclécticos.
El también productor parece haber dejado aparcada esa reciente obsesión por intentar acercar su música a un público mayor con un formato de canción más accesible. Ese concepto aquí salta por los aires, pues aunque también hay ligeros flirteos con el pop, este es un disco más atrevido y arriesgado que To The Bone y el mencionado The Future Bites.Que la bienvenida la dé ‘Inclination’, una pieza en la que conviven ritmos industriales, kraut, electrónica y ecos jazzísticos, ya da pistas de que no se lo va a poner fácil al oyente.
Tomando como hilo argumental uno de los relatos que editó el pasado año en el libro Limited Edition Of One, según avanza nos va mostrando a través de distintas viñetas ese mundo futurista de ciencia ficción que tantas veces ha evocado su música. Puede ser de manera más tradicional como en ‘What Life Brings’ (dónde la sombra de Pink Floyd vuelve asomar), trip hop a ratos minimalista y oscuro (‘Economies Of Scale’, ‘Actual Brutal Facts’) o intricados ejercicios de rock progresivo.
Ahí la joya de la corona se la lleva ‘Impossible Tightrope’. 10 minutos repletos de cuerdas cinemáticas, bajos percutores, punteos acústicos, baterías matemáticas, teclados vanguardistas, saxos desbocados… Toda su imaginación desplegada al servicio de una auténtica obra de ingeniería técnica. Busca el mejor equipo de sonido que tengas al alcance y prepárate para alucinar.
Su buena amiga Ninet Tayeb regresa para colaborar en otro dueto maravilloso. Siempre es un gusto escuchar la voz de la israelí, pero es que en ‘Rock Bottom’ han vuelto a dar con otra de las mejores composiciones de su alianza particular. ‘Beautiful Scarecrow’ inaugura la segunda cara apoyándose en un paisaje que transita entre la electrónica y el industrial. Es este el tramo más farragoso del disco, especialmente debido al excesivo tema titular en el que Steven se pasa de frenada con el ambient.
Suerte que con ‘Staircase’ finaliza dejando un gran sabor de boca conjugando ritmos electrónicos con baterías orgánicas y elegantes solos de guitarra. Una voz en off concluye el viaje sobre una línea de sintetizador preguntándose si su búsqueda no ha sido tan solo un sueño olvidado en el tiempo. ¿Continuará?
Puede que The Harmony Codex no sea un álbum redondo, pero al igual que la escalera pixelada multicolor de la portada, sirve como muestrario de toda la capacidad creativa que atesora Steven Wilson. Que a pocos días de cumplir los 55 años siga dando motivos para que muchos piensen (pensemos) que es uno de los grandes genios de la música contemporánea, es cuanto menos digno de celebrar.
GONZALO PUEBLA
