Leo con cierta sorpresa como The Overview ha sido recibido por parte de la prensa especializada como el regreso de Steven Wilson al rock progresivo. Yo me pregunto: “¿Acaso alguna vez lo ha abandonado?”.
Vale que en sus últimas referencias coqueteó con el pop (To The Bone) y la electrónica (The Future Bites), pero en ambas la marca registrada del compositor británico era totalmente reconocible. Sin ir más lejos, el anterior The Harmony Codex ya volvía a presentar composiciones de generosa duración con intenciones experimentales.
Entiendo que después de una trayectoria tan extensa, tanto con Porcupine Tree como con su carrera en solitario o los distintos proyectos paralelos en los que se ha inmiscuido, Wilson no quiera verse encasillado en un solo género. Desde luego su ambición es de agradecer teniendo en cuenta que a estas alturas poco o nada le debe quedar por conseguir o demostrar. Pero escuchando este octavo trabajo con su firma personal, un servidor piensa que en el fondo no hay tanta novedad como se pretende vender.
Básicamente porque en las dos largas piezas que forman The Overview apenas se aprecian recursos que no estuvieran ya presentes en anteriores capítulos. Aún a riesgo de ser redundante, quien le haya seguido la pista sabrá reconocer en cualquiera de sus entregas guiños a tótems del estilo como Genesis, King Crimson, Yes o Pink Floyd. Y por descontado que él sabe asimilarlos y ejecutarlos con maestría.
Sin ir más lejos, el concepto sobre el que se basa este octavo largo de estudio (el título hace referencia a la visión global de la Tierra que tienen los astronautas desde el espacio), recuerda en parte a la atmósfera space rock que rodeaba a Dark Side Of The Moon. Es algo que también marca el desarrollo de los dos temas que lo componen, pues tanto uno como otro se centran en recrear un ambiente en lugar de exhibir sus cualidades técnicas en lo instrumental, aunque también tienen sus arranques puntuales.
‘Objects Outlive Us’ sería la suite que más se aproxima al estilo del progresivo clásico. Tras una apertura de voz sostenida por teclados y sintetizadores, poco a poco Wilson irá desplegando las herramientas a su alcance. Todas ellas, como comentaba, utilizadas con anterioridad. Hay desde solemnes coros in crescendo (‘The Buddah Of The Modern Age’), pasando por riffs punzantes (‘Meanwhile’), secciones acústicas con bonitos arreglos (‘The Cicerones’), solos virtuosos (‘Cosmic Sons Of Toil), hasta desembocar en un final que nos lleva de vuelta al punto de partida inicial.
En la otra cara, la canción titular apuesta por un arranque electrónico sobre la que planea una fría voz femenina (se trata de Rotem, la esposa de Wilson) recordando al ‘On The Run’ de Pink Floyd. Este recurso narrativo volverá aparecer interrumpiendo un tema cuyo planteamiento es menos aventurero que el de su hermano gemelo. Priman las acústicas y el piano conduciendo la acción en la mayoría de las fases, a excepción del final de ‘Infinity Measured In Moments’ en el que remonta ligeramente. La outro ‘Permanence’ otorga una panorámica contemplativa a modo de cierre. Aún con sus momentos, ‘The Overview’ es notablemente inferior al primer acto.
En conclusión, nos encontramos ante un buen ejercicio de estilo llevado a cabo por un alumno aventajado del género que podría sentarse en la misma mesa que sus maestros. Incluso se debería apuntar que, dentro de su complejidad, resulta un esfuerzo bastante asequible de asimilar. Por descontado que, tratándose de Steven Wilson, obvia decir que la producción y el diseño del sonido vuelven a cumplir con los altísimos estándares de calidad habituales de su catálogo.
En otras palabras: lo que cabría esperar de alguien de su talla, pero sin causar un mayor impacto respecto a lo que nos tiene acostumbrados. Y es que cuando ya has visto al mago llevar a cabo el mismo truco varias veces, el efecto sorpresa se va difuminando. Habrá que esperar a su próxima gira de verano (la primera que llevará a cabo en 7 años) para comprobar si su puesta en escena mejora nuestra impresión.
GONZALO PUEBLA