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THE BLACK KEYS – ‘Dropout Boogie’

Han vuelto a recuperar la buena química entre ellos sin estar pendientes de complacer a la industria.

Crítica del disco 'Dropout Boogie' de The Black Keys

Siendo Dropout Boogie el tercer álbum editado por The Black Keys en un plazo de tres años, cualquiera diría que Dan Auerbach y Patrick Carney se hubieran pasado cerca de un lustro sin hablarse justo antes de comenzar este período tan fructífero. Queda claro que las fricciones que pudieran haber surgido en su día pertenecen ya al pasado.

Probablemente la presión por replicar el tremendo éxito de El Camino y el no conseguirlo con el disperso Turn Blue fuera lo que les llevo a guardar el grupo en la nevera durante un tiempo. Y si bien su regreso en 2019 con Let’s Rock tampoco acabó por reverdecer viejos laurales a nivel comercial, al menos sí parece haber servido al dúo de Akron para darse cuenta del tipo de banda que quieren ser a día de hoy.

Para entender su undécimo álbum hay que irse al inmediatamente anterior. Un Delta Kream en el que se dedicaban a revisar viejos clásicos de blues por pura diversión, sin ninguna pretensión ni la exigencia de tener que escribir el enésimo hit con el que entrar en las listas. El experimento les debió de gustar y mucho, ya que este nuevo LP suena a una continuación de aquel, solo que esta vez con temas propios.

No os dejéis engañar por la inmediatez de ‘Wild Child’, ya que junto a ‘It Ain’t Over’ será lo más cercano a un single destinado a las radios que encontraréis por aquí. Lo que si hay es mucho blues pasado por su personal filtro y sin demasiados edulcorantes en la producción. Grabado en su mayor parte en los Easy Sound de Auerbach utilizando primeras tomas en directo, cortes como ‘Burn The Damn Thing Down’, ‘Baby I’m Coming Home’ o ‘Good Love’ (donde Billy Gibbons de ZZ Top deja estampada su firma en forma de solo) respiran una crudeza que en cierto sentido les reconecta con sus comienzos más garajeros a través una necesaria puesta a punto.

Entre las escasas concesiones se encuentra la relajante ‘How Long’ con unos hipnóticos ecos a Brothers. Tal vez el groove de ‘Your Team Is Looking Good’ y ‘Happiness’ podrían presentar candidatura a ser esa canción con gancho que atraiga al público, pero carecen del componente necesario para convertirlas en himnos. Tampoco parecerle importarles demasiado, ya que se les nota realmente cómodos en semejante tesitura.

Dropout Boogie no será el disco con el que The Black Keys regresen a lo más alto. Por contra, estoy convencido de que Auerbach y Carney han vuelto a recuperar la buena química entre ellos sin estar pendientes de complacer a la industria. Seguramente ya nunca volverán a ser el grupo de moda como ocurrió con El Camino, pero se les adivina una carrera todavía larga para quienes estén dispuestos a acompañarles. Mejor eso que desvanecerse de un día para otro como les ha ocurrido a tantos.

GONZALO PUEBLA