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THE BOO DEVILS – ‘It’s Only The End’

Una transición hacia el rock en toda su extensión.

Foto: Jaime Guerrero y Jaime Campiña

Si para cualquier grupo la decisión de dar un giro radical a su música suele ser un paso delicado, tener que realizarlo con una formación completamente renovada se convierte en todo un desafío. Estoy seguro de que Al Navarro no esperaba que la nueva dirección de The Boo Devils fuera a esconder tantos obstáculos, pero ya se sabe que las cosas no siempre funcionan como a uno le gustaría.

Desde mucho antes de su anterior EP Devil-o-matic en 2019, el frontman y el guitarrista Joe Gabardo tenían la intención de cambiar el rumbo estilístico de la banda. Tras más de una década de actividad, el cuerpo les pedía abandonar el rockabilly que les había llevado a ser una de las sensaciones dentro del circuito rocker nacional para incorporar una serie de influencias hasta ahora inéditas en su vocabulario. De repente, en el local comenzaron a sonar nombres en apariencia tan alejados de sus coordenadas como los de Depeche Mode o The Cult. Y eso no era todo.

En su búsqueda, el baile de miembros fue constante hasta dar con una alineación con la que poder afrontar semejante tarea. Justo cuando todo estaba a punto de caramelo, en febrero del año pasado The Boo Devils recibieron el más duro de los golpes. Joe fallecía a causa de un cáncer. Lejos de amedrentarse, decidieron acabar lo que tenían entre manos para honrar a su compañero. No tardarían en reclutar a Álvaro Escribano como nuevo guitarra además de contar con su labor a los controles de La Chulona Estudio para registrar finalmente los diez cortes de It’s Only The End.

Por supuesto, estamos ante una formación muy distinta a la que conocíamos, abandonado algunas de sus señas de identidad. Olvidate de los contrabajos y prepárate para encontrarte con arreglos de teclados dónde antes habría una segunda guitarra. Esta nueva aventura supone una transición hacia el rock en toda su extensión. En negrita y con mayúsculas, pero sin artificios innecesarios.

De hecho, esa sobriedad se refleja desde una portada minimalista que tan solo concede un guiño a su hermano caído en batalla (4EVERJOEINRNRVERITAS). Desde el pitido inicial de ‘Movies’ somos testigos de esa orientación más básica, dónde la base rítmica de Paco Ruco y Félix Ruiz-Medrano y las teclas de Mike Esteve juegan un papel tan primordial como las propias guitarras.

Tampoco es que le hayan dado del todo la espalda a su raíces, ya que en ‘Selfish Runaway’ y ‘Verbal Sex’ se podría trazar una línea que enlazara con su pesado. Solo que esta vez el trasfondo es diferente. Sin ir más lejos, la segunda podría venir firmada por los Depeche Mode más viciosos de los 90 cuando les daba por acercarse a tratados rockeros. Incluso hay cabida para el glam en el certero single ‘Are You Ready?’, cencerro incluido.

Ahora bien, sí hay una influencia que sobrevuela durante todo el disco, esa es la de Ian Astbury y Billy Duffy. Se nota que tienen bien estudiada su discografía porque, aunque no resulte evidente a primera vista, uno puedo atisbar ecos tanto del denostado álbum de la cabra de 1994 en ‘Even Closer’, como de la pulsión motera que impregnaba Electric dentro de un tema como ‘So Hard To Take’.

Pero si tengo que escoger mi favorita, la elegida es ‘Wormicide’. Una pieza que por sus teclados con aroma post-punk y riff épico parece salida del seminal Love. Y por si no quedaba suficientemente claro el acercamiento a terrenos góticos, la intro de piano de ‘The Church Of The New Spirit’ se encarga de inyectar altas dosis dramáticas antes de que su segunda parte desarrolle todo su potencial.

No es que The Boo Devils hayan mutado su identidad, sino que han sabido rebuscar con inteligencia para añadir nuevos ropajes a su fondo de armario. Y la verdad, les sientan de miedo. Si esto fuera realmente el final, podrían sentirse tan orgullosos como a buen seguro que lo estará alguien ahí arriba.

GONZALO PUEBLA