Publicar tu nuevo disco el primer día del año puede ser un arma de doble filo. Por un lado, consigues atraer la atención del público antes de que las novedades se empiecen a acumular. Por el contrario, corres el riesgo de quedar en el olvido a las primeras de cambio.
Pero si por algo se han caracterizado The Dirty Nil es por su descaro y confianza en sí mismos. Este power trío de Ontario lleva ya unos cuantos años siendo uno de los mejores secretos a descubrir dentro de la siempre fiable escena canadiense. Con su tercer álbum de estudio deberían empezar a obtener un poquito más de repercusión. Aunque tampoco han variado en exceso sus coordenadas, se puede apreciar que en Fuck Art han optado por refinar ligeramente su propuesta.
Prueba de ello es el slide que se cuela en ‘Elvis ‘77’, algunos arreglos acústicos para endulzar sus efectivas melodías o medio tiempos como ‘Hang Yer Moon’ y ‘The Guy Who Stole My Bike’. Pero claro, a estos chicos lo que les tira es la distorsión y no tardan demasiado en sacar las guitarras a pasear.
Porque si bien es cierto que la fórmula de cruzar riffs cañeros con melodías bubblegum no es nada que no hayamos escuchado cientos de veces (mismamente, no cuesta pensar en ciertas similitudes con sus compatriotas Sum 41), ellos consiguen hacer que en sus manos siga sonando fresca y divertida. Ahí están ‘Doom Boy’ (en cuya romántica letra se mencionan tanto a Cro-Mags, Turnstile como a Slayer), ‘Ride Or Die’ (con un trote muy Motörhead) o ‘Damage Control’ para demostrar que les gusta tanto el metal como el facturar canciones pegadizas. Un equilibrio que consiguen balancear en su justa medida con ‘Done With Drugs’, donde hablan de dejar atrás los malos vicios.
Quedan 12 meses por delante y estoy convencido de que 2021 nos deparará un montón de buena música, pero Fuck Art reúne suficientes argumentos para que tengamos en cuenta a The Dirty Nil cuando llegue el momento de elaborar los dichosos tops con lo mejor de la temporada.
GONZALO PUEBLA
