No puede ser casualidad que el nuevo disco de The Ghost Inside se abra con un redoble de tambores a cargo de Andrew Tkaczyk en la intro ‘1333’. Aunque toda la banda sufrió las consecuencias de su terrible accidente de autobús en 2015, el batería es quien las visualiza de forma más cruda al haber perdido su pierna derecha.
Su protagonismo inicial es una buena manera por parte del quinteto californiano de decirle al mundo alto y claro que, pese a todo, han vuelto. En esa misma línea va el primer tema propiamente dicho, con un título tan explícito como ‘Still Alive’ y un verso como «Contra todo pronóstico/Lo que no te mata te hace más fuerte». Escuchándolo resulta evidente que por mucho que les haya costado, han recuperado toda la energía y buen hacer previos al accidente. En realidad, este álbum homónimo es una continuación natural de su anterior trabajo, Dear Youth (2014). Incluso, y puede que sea una apreciación condicionada por los acontecimientos, diría que con un extra de pasión. Jonathan Vigil está enorme en todo el disco, atacando cada palabra con una intensidad que iguala con la que sus compañeros tocan sus instrumentos.
La banda descarga como un martillo pilón temas como ‘The Outcast’, ‘Make Or Break’ o ‘Phoenix Rise’. No faltan algunos estribillos coreables en los que se nota la mano de su amigo Jeremy McKinnon de A Day To Remember, ni tampoco breakdowns poderosos como el de ‘Pressure Point’. Los punteos de Zach Johnson, añadiendo texturas melódicas con su guitarra (‘One Choice’, ‘Begin Again’) dan a los temas un mayor colorido. Aunque quizá sea el último tema, ‘Aftermath’, el que mejor resume todas las virtudes de un disco que te ayudará a sentirte vivo.
DAVID GARCELL