En el mundo actual los hermanos Brian y Michael D’Addario parecen unos freaks del copón. Tipos que viven por y para la música en busca de la canción perfecta. Hijos de un cantante italiano emigrado a Estados Unidos, desde pequeños hicieron sus pinitos en el mundo del espectáculo, actuando en obras de Broadway y apareciendo en alguna serie de televisión. Pero estaba claro que su sueño eran tener su propia banda de rock.
The Lemon Twigs nació de ese sueño cuando todavía iba al instituto en 2014, y cuatro años después publicaron su primer disco Do Hollywood, que llamó la atención de los medios por su estética visual y sonora decididamente retro. Es algo que se ha mantenido de manera inquebrantable hasta ahora, pero si, en sus tres primeros álbumes, su música era una recreación del glam y el power pop de los 70, en su cuarto largo han puesto su mirada en el folk y el pop de finales de los 60. El título ya es una declaración de intenciones.
Efectivamente, en Everything Harmony, las voces, las melodías y las armonías son las grandes protagonistas, con coros que evocan a grandes grupos vocales del pasado, desde The Beach Boy en ‘New To Me’, a los primeros Bee Gees en la balada ‘Any Time Of The Day’, tema con uno de los puentes más logrados que he escuchado en mucho tiempo, a los Everly Brothers en ‘What Happens To A Heart’, a Simon & Garfunkel en la inicial ‘When Winter Comes Around’.
Con una instrumentación que combina la austeridad acústica (‘I Don’t Belong To Me’, ‘Still It’s Not Enough’) con la pomposidad orquestal (‘Born To Be Lonely’), el tono del álbum es deliberadamente tristón, pero en el que la melancolía es más interpretada que sentida. Como máximo ejemplo, tenemos ‘Every Day Is The Worst Day’, donde los hermanos simplemente van repitiendo el título una y otra vez sin dar mayores explicaciones de por qué cada día es el peor día. Es como si se hubieran propuesto hacer el tema más deprimente, pero bonito, posible. Y lo han conseguido. Solo tres chispazos power poperos rompen la bajona, pero tanto ‘In My Head’, como ‘What You Were Doing’ y ‘Ghost Run Free’, con unos coros muy Cheap Trick, valen su peso en oro.
Estoy seguro que a muchos Everything Harmony les va a parecer ñoño, incluso hortera, y no voy a negar que hay un punto de eso. Los D’Addario siempre juegan a tener un pie en lo camp, hasta que te hacen dudar si están rindiendo homenaje o haciendo una parodia. Pero sea una cosa o la otra, la realidad es que les ha quedado un disco rematadamente precioso.
JORDI MEYA