Hace más o menos un año The Linda Lindas irrumpían en nuestras vidas con un vídeo en el que se las veía interpretando la canción ‘Racist, Sexist Boy’ en una biblioteca de Los Angeles. De inmediato músicos como Tom Morello, Hayley Williams, Thurston Moore de Sonic Youth, o Brett Gurewitz lo compartieron en sus redes y la canción se hizo viral.
Aparentemente todo parecía espontáneo, y tenía su lógica teniendo en cuenta la tensión racial que se vivía en Estados Unidos, y la llamativa edad de las componentes del grupo, entre los 11 y los 17 años. Pero como tantos fenómenos que se nos vende que ocurren en Internet de manera orgánica, en realidad había algo más detrás. Resulta que dos de las componentes de la banda, en concreto una de las guitarristas y la batería, son hijas de Carlos de la Garza, productor e ingeniero de grupos como Bad Religion, Paramore o Jimmy Eat World.
Con eso no quiero quitarle ningún mérito a las chicas porque su disco de debut está realmente bien, pero me reafirma en mi idea de que nada es tan ‘bonito’ como parece, y que posiblemente si no fuera por esa conexión familiar difícilmente habríamos visto a The Linda Lindas fichando por Epitaph, actuando con Bikini Kill o saliendo en la película Moxie de Amy Poehler.
En todo caso, y partiendo de la base que casi nadie renunciaría a esas oportunidades si las tuvieran delante, The Linda Lindas nos presentan una colección de canciones que destilan frescura e inmediatez, pero mucho más maduras, incluso en las letras, de lo que cabría esperar para unas músicos tan jóvenes. Desde luego se nota que en casa han mamado buena música.
Como si hubieran puesto en una coctelera las discografías de Joan Jett, Bikini Kill, The Muffs, The Go-Go’s y Best Coast, sus temas combinan melodías pop tan buenas como las de ‘Growing Up’ o ‘Taking To Myself con arrebatos más rabiosos como ‘Fine’, ‘Why’ o ‘Racist, Sexy, Boy’ de espíritu más riot grrrl. Incluso nos sorprenden con una canción cantada en castellano, ‘Cuántas Veces’, de cadencia bossa nova.
Es indudable que los factores extra musicales juegan a su favor, pero Growing Up sería un gran debut para cualquier grupo, y desde luego transmite más autenticidad que cualquiera de los productos lanzados desde la factoría de Travis Barker.
JORDI MEYA