Que los 90 fueron una década gloriosa para el rock lo demuestra no solo los grandes discos que fueron creados entonces, sino también la influencia que sigue teniendo su onda expansiva. The Mysterines, son la última banda, en esta ocasión salida de Inglaterra, que nos lo recuerda.
Si The Mysterines suenan en su debut como una banda totalmente hecha es porque, aunque la formación actual no se solidificó hasta hace un par de años, Lia Metcalfe (voz, guitarra) y George Favage (bajo) llevan tocando juntos en el circuito underground desde 2015. De ahí que su entrada en el Top 10 de los charts británicos, lejos de ser fruto de un hype artificial, sea la recompensa a siete años en las trincheras.
El reciente éxito de Wolf Alice, una banda con la que tienen algunos puntos en común y comparten productora, Catherine Marks, probablemente les ha allanado el camino, pero su material tiene suficiente empaque como para que hayan enganchado al público por méritos propios.
Empezando con un single tan efectivo e incendiario como ‘Life’s A Bitch (But I Like It So Much)’, queda claro que The Mysterines salen a ganar el partido. Como si la PJ Harvey de 4-Track Demos hubiera quedado para tocar con las Hole de Live Through This, sus canciones combinan guitarras sucias, melodías urgentes, algo de punk garajero, sensualidad nihilista, y un toque oscuro con unas letras que buscan la poesía en la desesperación.
Por ese combo de influencias no es extraño que temas como ‘Reeling’ o ‘Dangerous’, puedan recordar a nuestras Mourn, pero el cuarteto también muestra otras facetas en ‘On The Run’, algo así como su propia ‘Malibú’, ‘Under Your Skin’ donde se acercan a la americana gótica de Black Rebel Motorcycle Club, o la final ‘The Confession Song’ en la que buscan el fatalismo de The Bad Seeds.
Quizá les falta afilar un poco más los hooks para acabar de llegar a más gente, pero con una primera piedra como esta, The Mysterines lo tienen todo para edificar una carrera de lo más sólida.
DAVID GARCELL