Ahora que empezamos a constatar que al menos la primera mitad del siglo XXI consistirá en refritos y fusiones forzadas que sólo conducen a la interesada banalidad, algunas pocas formaciones como The Ruins Of Beverast se nos antojan como pequeños oasis entre el acongojante erial de antiintelectualismo y frivolidad que los dos frentes reaccionarios que dominan nuestras sociedades están imponiendo con pavoroso éxito, sin hallar apenas resistencia.
Siete temas imponentes como Abu Simbel componen el sexto álbum de Alexander von Meilenwald, el músico detrás de este proyecto faraónico. Recurriendo a la sabiduría ancestral para presentar batalla a esa intrascendencia y ridiculez intrínseca en el género humano, el germano erige otra catedral desde la misma ‘Ropes Into Eden’, una apertura fértil que merece el apelativo de tratado filosófico.
Inamovibles son los muros de ‘The Tundra Shines’, ungidos con magia, recios y enraizados hasta el mismo corazón de la Tierra. Siembran genialidad y altura espiritual para la llegada de otros momentos de elevación como ‘Kromlec’h Knell’ y ‘Anchoress In Furs’. ‘Polar Hyss Hysteria’ y ‘Deserts To Blind And Defeat’ conectan directamente con el conocimiento innato, con aquello que las especies se transmiten de generación en generación sin que podamos adivinar el cómo y el porqué.
69 minutos de construcción ecuménica, de monolítica y altruista arquitectura para aquéllos que todavía contemplan los discos como un todo inalienable, como un elemento indivisible donde cada una de las partes juega un papel preciso y precioso.
The Ruins Of Beverast son de la raza de Triptykon, de los ya extintos Necros Christos. La suya es una vanguardia atlante, un atrevimiento con 10.000 años de antigüedad. The Thule Grimoires es otro fresco renacentista que indirectamente se rebela contra el single, contra la playlist… contra la apología de la ignorancia y la infame epidemia del fast food musical.
PAU NAVARRA