Fue más o menos por estas fechas hace dos años que Billy Corgan desveló que The Smashing Pumpkins estaban trabajando en una triple secuela de sus discos Mellon Collie & The Infinite Sadness y Machina/The Machines Of God. Faltaban dos semanas para que publicaran el ochentero Cyr, con 20 canciones nuevas, y Corgan ya anunciaba que ese nuevo proyecto constaría de otras 33. Está claro que lo de menos es más no entra en su cabeza.
Cumpliendo con su plan establecido, anteayer veía la luz la primera parte de ATUM: A Rock Opera In Three Acts y, aunque uno siempre está dispuesto a darle una oportunidad -de hecho, la mitad de Cyr me gustó más de que imaginaba-, la verdad es que tenía muy poca confianza en que su ambicioso plan fuera a resultar exitoso. Para hacerlo todo más complicado en esta danza de la confusión, el guitarrero primer single ‘Beguilded’, que molaba bastante, no aparece en este primer acto. Es una pena porque hubiera sido de lo poco salvable de estos 11 temas.
Siempre me resulta incomprensible cuando un artista, que ha probado de sobras tener talento, es incapaz de darse cuenta de que está creando un truño. O que nadie de su entorno (sus compañeros de grupo, un productor, el sello, su mujer… ¡alguien!) tenga el valor necesario para decirle que está descarrilando. ¿De verdad nadie escuchó la ridícula ‘Hooray!’ y pensó que era indigna de aparecer en un disco de los Pumpkins?
Lo que más desconcierta de un trabajo como este es que no logras adivinar cuál era su objetivo. Nada guarda coherencia con nada, a ratos parece que sean descartes de Cyr con un sonido marcados por los sintetizadores retro y cajas de ritmos (‘Embracer’, ‘The Gold Mask’), y en otros parecen sacar las guitarras como para recordarnos quiénes eran en los 90 para acabar sonando como unos Muse de segunda (‘Beyond The Vale’). Alguna buena melodía hay, pero la voz cada vez más nasal de Corgan las acaba arruinando, aunque lo que de verdad es un delito es que teniendo a dos grandes músicos como Jimmy Chamberlin y James Iha, no pinten absolutamente nada.
De verdad, no logro entender qué pretende Corgan, y todavía menos qué conexión tiene Atum con Mellon Collie... o Machina, más allá de un truco publicitario para que hagamos caso un proyecto que, a las primeras de cambio, ya va rumbo al desastre.
JORDI MEYA