Durante cinco minutos en 2002, The Used fueron la banda del momento, y su cantante Bert McCracken cumplió a la perfección su papel de nueva estrella del rock. Pero muy pocos hubiésemos pensado que dos décadas después seguiríamos hablando de ellos. Y menos aún que la banda tendría un estatus competente.
Pero ahí han estado, editando álbumes con continuidad y construyendo una identidad como banda que, poco a poco, les ha ido granjeando un respeto. Heartwork es ya su octavo álbum y llega en un momento en que gracias a la vuelta en olor a multitudes de My Chemical Romance, toda aquella escena emo parece tener una nueva oportunidad. Heartwork los reúne de nuevo junto a su productor fetiche, John Feldmann, lo que significa en sí mismo que la banda no quiere dar un paso en falso. Y lo consiguen.
Llama la atención lo actual que suena la banda, sin perder su esencia, y cómo son capaces de seguir generando buenos estribillos y canciones pegadizas. Acompañados por esos textos de perdidas, angustia, redención… que tan bien se le dan a McCracken, nos encontramos algunos pequeños diamantes como la inicial ‘Paradise Lost’, exacto, el mítico poema de John Milton musicado, ‘Cathedral Bell’, la propia ‘Heartwork’ o la emotiva ‘To Feel Something’ cerrando el álbum.
Por aquí también aparecen algunos de sus amigos famosillos como Jason Aalon Butler de Fever 333 en ‘Blow Me’, Mark Hoppus y Travis Barker de Blink -aunque en dos temas separados- y Cabeb Shomo de Beartooth en ‘The Lottery’ para ponerle un poco de sal y pimienta.
Todos ello deja clara la versatilidad y madurez de The Used a estas alturas. Quien no lo haya hecho nunca, debería tomarse en serio, de una vez por todas, a los de Utah.
RICHARD ROYUELA