Dentro de todos los clichés que circulan en este mundillo, uno de los que menos tolero es cuando el grupo de turno vende su nuevo disco como «el de la madurez». Una coletilla elegante con la que en muchas ocasiones se pretende maquillar la falta de ideas o la perdida de chispa. En otras palabras: que el asunto ya empieza a ir cuesta abajo.
No es que The Wild Feathers hubieran inventado la rueda con sus anteriores entregas, pero al menos habían dejado muestras ser una banda competente y resultona dentro del americana más accesible y radiable. Excepto tal vez su debut auto titulado de 2013, ninguno de los trabajos del conjunto de Nashville llegaba al notable, pero distaban mucho del suspenso. Al menos hasta la fecha, ya que su quinto álbum podría considerarse como la primera falta grave en su expediente.
Y eso que la alianza con Shooter Jennings para el papel de productor no tenía mala pinta. De hecho, fue éste quien les sugirió viajar a Los Angeles sin canciones en la maleta, tan solo con un puñado de ideas para trabajar en conjunto allí mismo. Un planteamiento que podría dar pie a un resultado fresco y espontáneo, pero que sin embargo no se ha acabado plasmando. Todo lo contrario. Nos encontramos ante una colección de temas previsibles y a una banda demasiado acomodada.
Como si se hubieran abonado a la balada y al medio tiempo insustancial, cortes como ‘Pretending’, ‘Rendezvous’ o ‘L.A. Makes Me Sad’ van desfilando sin que nada llame especialmente la atención. Demasiado estándar incluso para venir de ellos. En todo momento se echa en falta más tensión, y ni siquiera terminan de despegar cuando intentan inyectar algo de sangre en ‘Comedown’ y ‘Don’t Know’ para despertarnos de semejante tedio. Es como si se hubieran dejado puesto el freno de mano.
Lo más sorprendente es como contando con tres compositores en sus filas ninguno de ellos termine de estar realmente inspirado. Apenas Ricky Young salva los muebles aportando los tres títulos mejor logrados de todo el lote; ‘Sanctuary’, una vitalista ‘Sleep For Days’ y ‘Slow Down’, cuya melodía placentera acaba brillando dentro de la cadencia pasiva de la canción.
Si buscas algo que suene de fondo mientras haces limpieza en casa durante el fin de semana, puede que este Sirens te sirva, pues ni molesta ni reclama en exceso tu atención. Personalmente, yo a un disco le pido algo más de sustancia.
GONZALO PUEBLA