Últimamente, cuando uno se enfrentaba a The Wizards en directo, había algo que no cuadraba. El que fuera nuestro Disco del Año en 2017, Full Moon In Scorpio, era una excitante amalgama de hard rock setentas con proto heavy, pero en cambio, los vascos presentaban esas canciones como si de verdadero metal de los 80 se tratase.
Yo lo percibía con júbilo, faltaría más, pues no ha existido nada más glorioso que eso, pero las dudas hacia el rumbo que tomaría su próximo largo crecían con cada nuevo bolo que daban. Dudas en un sentido positivo, evidentemente, porque hoy en día los bilbaínos han entregado aquello que servidor más anhelaba: su versión más desatada, memorable y sublime, su álbum más netamente heavy metal hasta la fecha.
A lo grande abre ‘Apocalyptic Weapons’, una explosión de guitarras vetustas con un George Dee que ya empieza a dar muchas señales del pedazo de disco que se va a marcar. Poderoso nos ataca Sir Ian Mason, un vocalista de otro planeta que no tarda en arrancarse el primer estribillo estratosférico genialmente secundado por los certeros coros de sus compañeros. El solo de Dee es una proeza, pero vendrán muchos más, incluso superiores.
Su guerra mágica prosigue con ‘Destiny’, un corte que saca músculo y trota presto hacia la victoria. Evidencia algo que se repetirá en todo su tercer álbum: cada estribillo, cada coro, cada puente, aquí es oro puro. De lo más ortodoxo y valioso que haya salido de nuestra factoría en décadas. Hay que reverenciarlo, postrarse ante ello, hincar rodilla en suelo. Un homenaje a las seis cuerdas de 50 minutos.
El inicio de ‘Circle Of Time’ nos retrotrae a los más valerosos Manowar del Sign Of The Hammer. Sobra decir que pone la piel de gallina, pero cuando imaginas que eso pronto empezará a danzar al son de su incomparable épica guerrera, The Wizards le dan un inesperado cambio de tercio al asunto yendo hacia Rainbow y ese hard rock de poso blues que empezó a cimentar el primer heavy metal en la segunda mitad de los 70.
Para ‘Distorted Mirrors’ no hay palabras… o quizá hay demasiadas. Los bardos podrían cantar durante eones sobre su esplendor. Seguramente es la más Dio de la obra, pero Mason opta por su tono más personal y varonil para llevársela a su terreno. Al menos en su primera mitad, porque un estribillo con el que cuesta mucho no emocionarse abre la puerta a un desfile imponente de una banda superdotada. Imposible mejorar esta canción, un 10 absoluto. Camaradas, esto es el true metal. Imperecedero, inmutable, celestial.
Con ‘Age Of Man’ el quinteto se permite un momento de distensión, juega al despiste con las tonadas más abiertas, luminosas y positivas que haya creado, pero eso no significa que el corte esté exento de calidad. Están jugando con nosotros, es lo que tienen los portentos, porque luego reorganizan sus filas con una ‘Strings Synchronise’ que va directa al corazón de todo aquel que sienta esto muy adentro. Sus parones son un acceso directo al Valhalla, aullarás de placer, y sí: levantarás los brazos para hacer el sagrado símbolo del martillo. Es la tierra prometida, otro tema donde se comen el mástil. No hay suficientes notas para abarcar su supremacía. Y lo que queda aún por llegar…
‘Aftermath’ es muy probable que te haga aflorar alguna lágrima, sabrás muy bien en qué momentos, y todo ello mientras un George Dee monumental vuelve a demostrar que es un auténtico demonio en lo suyo. Una obra maestra precisa de un cierre a la altura, y eso es lo que ‘VOID (Vision Of Inner Death)’ justamente es. En sus más de 8 minutos, el combo vizcaíno realiza un extraordinario viaje por el Hades amparado por unos teclados magníficos, en el que incluso se dan la mano con los Iron Maiden más venerados.
Este álbum es un abuso, han terminado con todas las existencias de talento en todo el planeta. Se ha instaurado un nuevo reino en la Península, se acabó la tiranía estatal del power hortera, infantil y casposo. Majestades, un humilde siervo les rinde eterna pleitesía. Que Dios bendiga a The Wizards.
PAU NAVARRA