Había leído que este disco estaba marcado por el suicidio de un amigo de los miembros de la banda. Teniendo en cuenta que The Yacht Club provienen de la siempre interesante escena emo y math del Reino Unido cabía esperar un disco triste como un jardín sin flores. Sin embargo, con una técnica envidiable y una elegancia deslumbrante, estos chavales han conseguido darle la vuelta a la pérdida en este disco con un explícito y kilométrico título.
En este sentido, el primer adelanto del disco, ’Heigham Park’, es más una auténtica declaración de amor a su amigo, más que que una despedida convencional, dolorosa y lacrimógena. Este corte, cuyo título hace referencia al parque en el que solían quedar todos después de clase, arranca con mucho garbo, con un tapping celestial de la escuela This Town Needs Guns, y continúa con mucho mimo y finura. La banda capitaneada por los guitarristas Marcus Gooda y Jack Holland -los dos se reparten las tareas vocales- tampoco pueden negar la influencia de American Football y esas florituras a las seis cuerdas tan características en ‘In Amber’ y sobre todo ’Postmarks’.
Lo mejor que podían hacer para pasar el mal trago era quedar, componer y tocar juntos. De eso va la inicial ‘Be Happy And Love Pt. 2’, una elocuente pieza dedicada al malogrado compañero, cuya continuación cierra el disco. A modo de epílogo, los cuatro cantan a pleno pulmón en la final ’Be Happy And Love Pt. 3’ y firman uno de los mejores momentos de un disco lleno de luz y rico en matices.
LUIS BENAVIDES