“Si no está roto, no lo arregles”. Es justo lo que pensé cuando hace unos días me enteré de que Thrice planeaban regrabar su tercer álbum, The Artist In The Ambulance, con motivo del 20 aniversario de su edición. Lo que no esperaba es que su publicación fuese prácticamente inmediata pillando por sorpresa a todo el mundo.
Teniendo en cuenta que se trata de uno de los trabajos mejor valorados por sus seguidores y que varias de sus canciones siguen siendo de interpretación obligada en cada uno de sus repertorios, cuesta entender por qué la banda ha decidido actualizar un disco tan importante en su trayectoria.
Recordemos que The Artist In The Ambulance significó el debut de los californianos en una multinacional tan potente como lo era Island a comienzos del nuevo milenio. Si bien su aventura en una major no tuvo mucho recorrido (tras publicar Vheissu, el sello acabaría dejándoles marchar ante la negativa de apoyar un proyecto tan faraónico como el experimental The Alchemy Index), al menos sirvió para que muchos comenzásemos a saber del buen hacer de Dustin Kensrue, Teppei Teranishi y los hermanos Breckenridge.
Y precisamente tal vez una de las motivaciones para esta reedición sea recuperar los derechos de los masters del mismo modo que han acabado haciendo otros artistas, siendo el caso de Taylor Swift el más sonado en los últimos tiempos. Pero al contrario de lo que la súper estrella del pop ha hecho con alguno de sus clásicos calcándolos nota por nota, Thrice han optado por darle un lavado de cara al completo. Y ahí es donde este The Artist In The Ambulance (Revisited) guarda su mayor aliciente al tiempo que puede abrir debate entre sus acérrimos.
Producido por la propia banda, aquí el acercamiento ha sido más propio de una live session que de haber pasado horas en el estudio buscando la toma perfecta. No me sorprendería que lo hubieran registrado en directo, pues el sonido se siente mucho más natural y orgánico que la versión original. Las canciones apenas han variado en cuanto a estructuras y arreglos, pero sí se aprecia que las guitarras han ganado en claridad, acorde al momento actual del grupo. De hecho, tiene gracia verlos ejecutar un material tan cañero lleno de punteos, dobles pedales, gritos y breakdowns con la solvencia que ahora atesoran.
Quién más puede acusar el paso del tiempo es un Dustin que, aun aportando ese puntito de madurez que ha ido ganado con los años, todavía es capaz de cascarse unos cuantos guturales sin problema alguno (a ‘Silhouette’ y ‘Paper Tigers’ me remito). Hay algún momento en el que se le nota un pelín conservador, pero para ello cuenta con varios invitados que le echan un cable.
Ahí están Sam Carter de Architects en ‘Under A Killing Moon’, Chuck Ragan de Hot Water Music en ‘Blood Clots And Black Holes’, Andy Hull de Manchester Orchestra en ‘Stare At The Sun’, Ryan Osterman de Holy Fawn en ‘Paper Tigers’, o el productor original del disco, Brian McTernan, en ‘Hoods On Peregrine’. Lástima que lo que podría haber sido uno de los principales reclamos se quede en algo anecdótico, pues la mayoría se reducen a hacer armonías y voces de apoyo, siendo sus aportaciones meramente testimoniales.
Dicho lo cual, ¿es mejor esta revisión que la que llevamos escuchando desde hace dos décadas? Cada uno tendrá su opinión. Personalmente, creo que seguiré recurriendo a mi copia de toda la vida, aunque no negaré que haya disfrutado de esta puesta al día de una de sus obras imprescindibles. Lo que sí es seguro que todos desearíamos es ver cruzar el charco a esa gira conmemorativa que tendrá lugar entre mayo y junio por los States. ¡Quién la pillara!
GONZALO PUEBLA
