The Burden es el segundo trabajo de Throwing Bricks, quienes debutaron en 2020 con el depresivo What Will Be Lost. Este quinteto de Utrecht expresa la desesperación con un estilo que mezcla sludge y post metal con otras influencias como el hardcore o el black metal.
Si en su anterior trabajo se adentraron en los terrenos de la pérdida, en este buscan caminos para enfrentarla y buscar una salida. En resumen, es un disco un poco más optimista, dentro de su ruina habitual. Si además te digo que el disco lo produce Tim de Gieter, bajista de Amenra, ya te puedes hacer una composición de lugar de cómo y por qué derroteros suena The Burden. Estamos hablando de álbum pesado, por momentos atmosférico, en el que la voz histérica de Niels Koster te sumergirá en un pozo profundo.
Los holandeses aciertan en todos los palos que tocan, las más densas y sludgers ‘Bricks of Grace’ o ‘False Promises’ que abren el disco y te llevan por sus particulares derroteros agónicos. La luz lejana de la esperanza se atisba en composiciones como ‘Doubt’, que arranca y frena, hasta aterrizar em el cuerpo central del tema en el que los riffs de guitarra vuelven a protagonizar el pulso.
Con la certera ‘Hall Of Mirrors’ arrancan con velocidad casi blackmetalera, en la que la batería de Bart van der Blom imprime un ritmo delirante para aterrizar en los pasajes melódicos, lentos y atmosféricos protagonizados por la voz femenina de la artista de spoken word Shira van der Wouden, también vecina de Utrecht, a la que escuchamos de nuevo en ‘Safta’ donde el desarrollo lento y litúrgico los emparenta directamente con unos Amenra menos trascendentes. El cierre del disco con ‘Find My Way Out’ es pura dinamita. Dinámica, pesada y en ocasiones veloz en la que encontrarás pinceladas post hardcore que tras tanta intensidad agradecerás.
Throwing Bricks firman un disco absolutamente recomendable para los amante de los sonidos post metaleros herederos directos de Amenra, pero menos litúrgicos y más directos consecuencia de las influencias hardcore. The Burden los pone definitivamente en el mapa de las musicas ruidosas europeas, que por cierto, goza de una salud extraordinaria.
JOAN CALDERON