Siguiendo el mismo esquema que The Atlas Underground de 2018, el nuevo disco de Tom Morello también llega repleto de colaboraciones de lo más variadas. Pero al igual que su antecesor, si a priori algunas podrían resultar ciertamente interesantes, en la realidad ninguna acaba de ser realmente memorable.
En un dato de esos que te vuelan la cabeza, resulta que Morello es a sus 57 años, cinco años más viejo que cuando Carlos Santana sacó su exitoso Supernatural en 1999. Lo curioso es que mientras entonces ese disco se vendió como el disco de retorno de una vieja gloria, la percepción es que de The Atlas Underground Fire es visto, al menos por mí, como el trabajo de un guitarrista plenamente activo y vigente. Por desgracia, eso no evita que sientas que ha hecho un disco tan decepcionante como aquel.
Da un poco de pena comprobar que alguien con tanto talento como guitarrista, y capaz de construir grandes himnos ya fuera con Rage Against The Machine o Audioslave, ande tan perdido a la hora de tirar su carrera en solitario y hacer un disco a su altura. Cuando se pone rockero en el caso de ‘Charmed I’m Sure’ con Protohype, ‘Save Our Souls’ con Dennis Lyxzén de Refused o ‘The Achilles List’ con Damian Marley, los riffs suenan como ya le hemos escuchado mil veces, y cuando se aventura en sonoridades más electrónicas como las de ‘On The Shore Of The Eternity’ con Sama’ Abdulhadi, ‘Night Witch’ con phem o ‘Driving To Texas’ con Phantogram, no consiga ofrecer nada excitante o rompedor. Sus solos, si bien son impecables, tampoco aportan nada a su vocabulario.
Tampoco acaba de funcionar cuando tira hacia terrenos más clásicos: la inofensiva versión de ‘Highway To Hell’ con Springsteen y Eddie Vedder, parece más una excusa para marcarse el punto de tener a dos estrellas consagradas en los créditos que una intención de rendir homenaje a AC/DC como se merecen; y la balada country ‘The War Inside’ con Chris Stapleton, aunque es algo mejor, tampoco te deja con la boca abierta.
De todo el lote, ‘Let’s Get The Party Started’ con Bring Me The Horizon es la única que consigue transmitir algo de energía, aunque no creo que sea una vía a explorar en el futuro. Un triste balance para alguien con todos los recursos del mundo a su alcance.
JORDI MEYA